Existe la impresión generalizada sobre el escaso conocimiento y reconocimiento públicos a la vida y obra del humanista, jesuita y beato lagunero José de Anchieta, fundador de Sao Paulo y Río de Janeiro y considerado Apóstol del Brasil, a quien mañana el papa Francisco va a declarar santo en una función religiosa que se celebrará en Roma.

Lo cierto es que a pesar de esta especie de amnesia casi colectiva, el municipio de San Cristóbal de La Laguna, y otros lugares de las Islas, están jalonados por sus "huellas", perceptibles en distintos espacios y ámbitos, así como en el ánimo y el espíritu de ciertos grupos, aunque minoritarios.

Acaso la dimensión más monumental y reconocible sobre la figura del beato se alza en forma de majestuosa escultura, precisamente en la rotonda que lleva su nombre, en la confluencia de la autopista del Norte a su paso por La Laguna y en ese punto de encuentro con la avenida de la Trinidad.

La fantástica imagen tomó forma a partir de los desvelos de una comisión promonumento nombrada al efecto por el Ayuntamiento de La Laguna y que, costeada por el pueblo y el Gobierno brasileño, ejecutó el artista de aquel país Bruno Giorgi. Forjada en bronce, y con una altura aproximada de 5 metros, la escultura descansa sobre un pedestal de un metro elaborado en cantería y hormigón.

La inauguración tuvo lugar el 27 de noviembre de 1960 ubicándose el conjunto en la glorieta de Brasil, conocida popularmente como rotonda de Padre Anchieta, y representó un acontecimiento singular en La Laguna, ya que coincidió en el tiempo con las obras de la avenida de la Trinidad y el desarrollo de la calle Heraclio.

La escultura ha conocido diferentes emplazamientos. Hubo un tiempo en el que "vivió" ubicada como si entrara a La Laguna desde Geneto, cuando realmente su creador la concibió dando grandes zancadas hacia el mar, camino de su ruta atlántica, sin dejar de echar una última mirada a la ciudad que lo vio nacer. Así sucedió cuando el 14 de julio de 2007, tras unas obras en la rotonda y después de haber ocupado un espacio provisional en el Campus Universitario, la escultura de Giorgi se instaló sobre una gran plataforma elíptica y alzada sobre su propio pedestal, en la disposición ideada por el artista brasileño.