El Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, en diciembre de 1992 y siendo alcalde de la ciudad José Segura Clavell, se planteó la creación de una sección, dentro de la Policía Local, que acometiese la solución de los distintos problemas que, en el plano medioambiental, se pudieran producir en el marco de sus competencias. Para dar respuesta a esta iniciativa, se crea la Policía Ecológica, llamada entonces por algunos como "La Patrulla Verde".

Tras una selección de personal, superación de cursos específicos de formación y la aportación de unos muy precarios medios materiales, comienza su andadura la Policía Ecológica, con dos grupos de dos agentes y un mando, (seis en total), que trabajaban en días alternos. Su vehículo, un todoterreno Nissan Patrol, una máquina fotográfica Polaroid, bolígrafos, impresos varios y papel calco, una boina y pañuelo verde para diferenciarnos del resto y sobre todo, mucha, pero mucha ilusión.

Sus cometidos, con un marcado carácter medioambiental, incidían en el control de vertidos; control urbanístico (solares abandonados, obras y actividades sin licencia), problemas con fauna, flora y un "saco" de competencias.

Dentro de la precariedad que las disponibilidades económicas imponían, esta función se desarrolló entre reticencias del resto de estamentos policiales.

Posteriormente, a principios del año 2001, se dividió el grupo en dos, uno medioambiental propiamente dicho, Policía Ecológica, y una Policía Urbanística que pasó a ejercer sus funciones en las dependencias de la recién creada Gerencia de Urbanismo. Esta división duró unos seis años, hasta que en 2007 se reunificó nuevamente.

Hoy en día, a pesar de que otros ayuntamientos han eliminado secciones, la Policía Ecológica de La Laguna continúa ejerciendo sus funciones, dimanantes de la filosofía con que fue creada y dando respuestas en estos temas a una población que reclama, cada vez con mayor interés de sus servicios, considerados de "vital" importancia.

En la actualidad, los miembros de esta sección acometen los servicios que, relacionados con su especificidad, demandan la ciudadanía, a través de las distintas formas en que el asociacionismo vecinal traslada a esta administración sus inquietudes, tratando de dar una eficaz y rápida respuesta a las mismas, priorizando la solución de los problemas a la sanción de las posibles infracciones, es decir, utilizando mayormente criterios de negociación en la gestión de los conflictos. Esta forma de actuación y eficacia en sus gestiones, ha hecho crecer en gran medida la popularidad de esta sección y, exponencialmente, la demanda de sus específicos servicios.