Desde el pasado 1 de abril, el grupo de arqueólogos que integraba la comisión de asesoramiento de las obras de reurbanización que ejecuta el ayuntamiento en la plaza de la Catedral venía solicitando la paralización de los trabajos.

"Ante la aparición de vestigios arqueológicos, entendíamos que lo sensato y coherente era paralizar los trabajos con el fin de dar a esos hallazgos un tratamiento profesional adecuado".

Así se manifiesta la doctora María Dolores Camalich Massieu, quien junto a sus colegas Carmen del Arco Aguilar, Matilde Arnay de la Rosa y el doctor y Premio Canarias Antonio Tejera Gaspar, de los departamentos de Prehistoria, Arqueología, Antropología e Historia Antigua de la Universidad de La Laguna (ULL) , el pasado lunes hacían efectiva su dimisión de esa comisión.

Además, quieren dejar claro que no han cobrado por su asesoramiento, "que realizamos de manera altruista". Y matizan que "esa factura impagada de la que se habla corresponde a la minuta de unos arqueólogos, profesionales libres, que contrató el ayuntamiento para unos trabajos específicos".

A juicio de la doctora Camalich, el único interés que mueve a este grupo de especialistas es "velar por el patrimonio" y precisa que las intervenciones deben gestionarse "con rigor", más si cabe en una Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

La aparición de un muro de piedra, acaso previo al levantamiento del actual templo, "es una estructura histórica que debe documentarse", apunta Camalich, quien sostiene que "los trabajos deben paralizarse y revisarse la actuación". Y se pregunta: "¿Por qué ocultan los trabajos a la vista de la ciudadanía? El patrimonio es de todos", sentencia.

Por su parte, Álvaro Santana Acuña, historiador, subraya que se cumple lo que ya denunció con su colega José Farrujia el pasado mes de octubre.

Entonces, el estudioso de Harvard señaló que "excavar ilegalmente en la plaza de la Catedral provocaría la posible destrucción de restos arqueológicos que datan del siglo XVI".

Y señala que "tanto han rebajado, que han quedado al descubierto los restos de un muro".

El prehistoriador Farrujia y Santana argumentaban que , a diferencia de las obras de la plaza en la década de 1980, las actuales, al rebajarse 70 centímetros el suelo, "atentan contra el trazado histórico de la ciudad y el deseo de levantar la plaza sobre la calle tras construirse la fachada catedralicia en la década de 1820".

Asimismo, entienden que el rebaje del suelo "afectaría a restos arqueológicos, cuya antigüedad puede alcanzar los quinientos años, dado que la urbanización del entorno de la plaza comenzó en el año 1512".