Apunto de cumplir 82 años, Prudencio Redondo Camarero, el párroco de San Juan, en La Laguna, ha recibido un regalo anticipado: la prolongación, por parte del obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, de su vida pastoral un año más. Y serán diecinueve en Aguere.

Nacido en La Guancha -aunque bautizado en San Juan de la Rambla, precisa- Prudencio supo desde muy joven -con once años ya estaba en el seminario- que quería servir al prójimo. Y en una reacción propia de su, por entonces, juventud, estuvo a punto de embarcarse como misionero hacia América. Finalmente no lo hizo, sabedor de que, primero, estaba la diócesis.

Tras cursar y terminar los estudios de Teología en Salamanca, Domingo Pérez Cáceres lo nombró vicerrector del seminario de La Laguna coincidiendo con la consagración de la Basílica de Candelaria.

Después de ser ordenado, hace 58 años, también por Pérez Cáceres, al que, recuerda, llegó a poner algunas inyecciones -siempre tuvo cierta vocación de enfermero-, dio el salto a Las Mercedes, en La Laguna, en el que fue su estreno como párroco y donde permaneció un año.

Culminado ese periplo, y por sugerencia del propio Domingo Pérez Cáceres, Prudencio fue destinado a Güímar, donde llegó a atender siete parroquias -a pie porque no tenía coche-, en la que, asegura, ha sido una de las etapas más intensas de su vida.

Allí permaneció nueve años, un periodo en el que contribuyó a poner las bases de lo que sería el inicio de Radio Popular (ahora la Cope), con un programa de radio de mucho éxito que emitió en Radio San Pedro, por el que fue felicitado en innumerables ocasiones por las autoridades eclesiásticas.

La intensidad de este periodo dio paso a un año de "descanso" como sacerdote de Los Silos, en la Isla Baja, desde donde regresó al área metropolitana como sacerdote de San Bartolomé de Geneto y Barrionuevo. Cuatro años predicó aquí.

Aún lo esperaba otro salto, esta vez a La Gomera, donde fue párroco y arcipreste de San Sebastián. "Fue una experiencia fuerte", recuerda Redondo Camarero, que llegó a la Villa, donde estuvo casi diez años, por sugerencia del por entonces obispo Luis Franco Cascón.

Pero todavía tendría un nuevo destino: Salud Bajo, en Santa Cruz de Tenerife. Allí lo trasladó el obispo Damián Iguacén. En este periodo compaginó la docencia en el seminario como profesor de Historia de la Iglesia y en el instituto militar de La Cuesta como profesor de religión. Tras nueve años, el propio Prudencio pidió el traslado a La Laguna al, en ese momento, obispo Felipe Hernández. Así cerraba un ciclo que cumple en 2014 dieciocho años.

"De todos los destinos tengo buenos recuerdos", subraya el párroco de San Juan, quien reconoce los cambios que ha sufrido la sociedad, y también la Iglesia, con el paso del tiempo.

Es más, no duda en afirmar que el papa Francisco ha sido "una sorpresa para la Iglesia", una revolución para bien comparable a la que se produjo con el Concilio Vaticano II. "Para darnos cuenta de la realidad, empezando por los obispos y sacerdotes, de sentirnos servidores del pueblo", enfatiza.

"La Iglesia es divina y también humana, y en lo humano se produce cansancio, por tanto hay que revivir, se necesita aire fresco", remarca.