El Centenero se le han mezclado sus problemas del día a día con un enemigo mucho mayor: el Plan General de Ordenación. El pequeño pueblo de origen agrícola está en pie de guerra con un planeamiento que, de aprobarse como está, acabaría con su esencia. Por eso no es de extrañar que los vecinos hayan diseñado su modelo urbanístico "alternativo", en el que abogan por un desarrollo sostenible del entorno, por preservar el patrimonio y por proteger varios lugares de interés. En definitiva, por crear "un pueblo ejemplar y con futuro".

"El PGO no puede ser el plan macabro para sepultar nuestro pueblo bajo el piche y el cemento", reza en el documento aprobado por los vecinos el pasado mes de junio. Claro que eso forma parte del desarrollo futuro, aunque no tan lejano, del barrio. Pero el presente también deja entrever ciertas necesidades para un núcleo poblacional que, por su número de vecinos -viven unos 500-, no puede competir en presión como sí lo hacen otros del municipio de La Laguna.

Solo así se explican cuestiones tan básicas como la situación de la carretera general de San Francisco de Paula, una vía sobre la que existe el compromiso insular y municipal de mejorar su asfalto, pero que sigue en un lamentable estado. O la ausencia de la fibra óptica de la que presumen otras zonas de La Laguna y que los vecinos de El Centenero, sobre todo los más jóvenes, demandan con insistencia. O la existencia de algunos postes de madera que impiden el tránsito normal por las aceras, e, incluso, las limitaciones en el circuito que hacen las dos únicas líneas de Titsa que llegan al pueblo, la 056 y la 060.

No obstante, por encima de las demandas citadas, a los vecinos de El Centenero les genera enorme malestar el olor que, cada jornada, producen los vertidos, unos controlados y otros no tanto, de la fábrica Celgán que hay a escasos metros del campo de fútbol. El hedor en las calles, sobre todo las que no tienen mucho desnivel, es continuo, pero se acrecienta aún más en verano, según asegura el presidente de la asociación de vecinos San Isidro, José Manuel Melián.

Lo sufren desde hace años, pero a pesar de las denuncias y quejas presentadas, insiste Melián, nada se ha hecho para corregir esta lacra para el barrio. Unos vertidos que, según el presidente del colectivo vecinal, han motivado que las alcantarillas se llenen de cucarachas que se están colando ahora en las casas.

La fábrica en cuestión está a apenas unos metros del campo de fútbol construido hace pocos años y que, curiosamente, si se mantiene el planteamiento actual para la Vía Exterior habría que reducir. Y también está cerca de un enorme espacio verde que los ciudadanos de El Centenero pretenden convertir, en su modelo alternativo para el desarrollo del barrio, en un parque medioambiental: el denominado Los Giles-Nordelo. Un espacio abierto que incluya zonas para hacer deporte, camping o un mirador. El documento del nuevo PGO contempla allí una zona libre que los vecinos no acaban de ver clara.

Esta es una de las grandes demandas de El Centenero en el nuevo planeamiento. Pero hay más. Otra de las ideas de futuro que defienden desde la asociación de vecinos choca también con la cultura del cemento, según remarca el vicepresidente de San Isidro, Jesús Acosta. Se trata de la casa-museo Manuel de la Rosa, un inmueble con más de 300 años de historia que quieren que el Cabildo de Tenerife declare Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico, con la finalidad de crear el Museo del Emigrante.

La casa, que aún alberga animales, está en la misma parcela privada en la que los vecinos de El Centenero pretenden que el Ayuntamiento, previa adquisición de los terrenos, construya otros equipamientos para el barrio como la Iglesia (ahora solo hay una pequeña capilla para San Isidro y Santa María de la Cabeza), una plaza o un centro de día para mayores.

Y también figura en el planeamiento alternativo de El Centenero un proyecto de parque agropecuario en unos terrenos que tiene Muvisa al entrar en el barrio. La idea, precisan desde la asociación, es crear algo similar a la teguestera casa Los Zamorano. Un espacio que combine agricultura y ganadería con zonas de deporte y entretenimiento.

En definitiva, una forma de ver el desarrollo que en nada tiene que ver con lo que pretende la administración.