Pocos dirían que a escasos cien metros se desliza por una nueva vía el tranvía. O que al fondo se ha construido un nuevo edificio de varias plantas para el Hospital Universitario de Canarias (HUC), que acoge cada día a miles de usuarios de la isla de Tenerife.

El entorno de la parte alta del barrio de La Multa, que da entrada al HUC -y a otros centros de formación como la Facultad de Medicina- a través del primer desvío subiendo desde Santa Cruz de Tenerife, muestra una imagen más propia de una zona de guerra que de un acceso a un centro hospitalario de referencia para el Archipiélago.

Jardines abandonados, partes de la vía pintadas con líneas amarillas desde hace años y con el asfalto en mal estado, muros de bloque caídos y protecciones de hierro para peatones destruidas desde hace tiempo por accidentes de coche son solo una muestra de lo que se pueden encontrar todos aquellos usuarios del HUC que pasen por allí, bien en coche bien caminando.

Porque a ello se suma también el peligro que supone para los usuarios esperar por el servicio de guagua, muy usado en esta zona sanitaria por personas de todas las edades. Sin un lugar para refugiarse, pues no existe parada de ningún tipo -se espera en la acera-, los vehículos pasan a escasos centímetros de sus pies.

Además, al abandono de las zonas comunes y a la inacabada ordenación del tráfico se añade también la existencia de basura, que hacen del entorno un punto negro en la gestión de los espacios públicos por parte de las administraciones.