El Ortigal es, con casi total seguridad, de los pocos barrios de la isla que, en lugar de rechazarlo, pide asfalto. Convertido en atajo hacia la capital, a través de la TF-237, vía que vertebra Tacoronte, La Laguna y El Rosario, el barrio reclama con urgencia el arreglo de la citada carretera, cuyo firme presenta un estado lamentable.

Y es que con una dispersión que hace más difícil la vida de sus habitantes, las comunicaciones se antojan imprescindibles para un núcleo que, aunque mantiene su esencia rural, también acoge una de las grandes superficies industriales de La Laguna.

Así lo entiende el presidente de la asociación de vecinos La Milagrosa, César González, quien considera que la mejora de determinadas vías (o caminos) haría justicia con los residentes de esta zona, unos 2.500 habitantes.

Por ejemplo, según remarca el dirigente de La Milagrosa, los vecinos han pedido el asfaltado de los caminos de Santa Ana, Hortiflora y Lomo del Trazo, tres calles que con la lluvia del invierno se vuelven impracticables para sus usuarios, sin que, por el momento, se haya atendido su demanda.

Lo curioso del segundo caso es que tiene, incluso, el servicio de alumbrado y alcantarillado. El tercero es el límite entre Tacoronte y La Laguna. "Y los servicios tienen que llegar a todos los ciudadanos", enfatiza César González.

Pero no son estas las únicas demandas de El Ortigal. También referente al estado de sus caminos, el presidente de La Milagrosa critica la falta de limpieza de los bordes, teniendo en cuenta que, ante la ausencia de aceras, estos son usados a diario por los vecinos para desplazarse de un lugar a otro.

Y con ello, González enlaza otra de las reclamaciones del barrio: la mejora del transporte público. "Debido a la dispersión, el uso del coche particular es fundamental para los residentes de El Ortigal", aclara el dirigente vecinal, quien lamenta la falta de transporte público para la zona alta. "Dicen que es inviable económicamente. Y solo pedimos que sea, al menos, tres veces al día", subraya César González. "En invierno, cuando hay frío, la gente ni sale de las casas", subraya.

En este sentido, el presidente de la asociación La Milagrosa pone de manifiesto también otra de las urgencias del barrio: el arreglo del charco que se forma en invierno en el Camino La Higuera, que impide el tránsito de vehículos y peatones. "El imbornal se obstruye y no asume toda el agua que viene de la zona alta", precisa.

Y también para otros de los caminos principales (todos son de doble sentido a pesar de su estrechez), el Camino Guillén y el Camino Fiscal, los vecinos piden una mejor señalización vertical, para evitar que se produzcan accidentes y para moderar el tránsito de camiones.

En esta línea, demandan también, de cara al invierno, la limpieza de los dos barrancos que atraviesan el barrio: el de Guillén y El Laurel. Por cierto, una agua, la que desciende por esos dos barrancos, que los vecinos creen que se podría aprovechar para mantener el carácter rural del pueblo. ¿Dónde? El estanque de la antigua fábrica de flores, que hoy está abandonado, sin vallar y que se ha convertido en vertedero y en un serio peligro para cualquier persona que se acerque a él.

Y es que desde la asociación de vecinos se viene trabajando en el proyecto de Medianías Ecológicas de Tenerife (MET), a través del cual se pretende crear un sistema sostenible de producción y consumo de productos ecológicos en la Isla. Es decir, fomentar y promocionar todo aquello que tenga que ver con la producción y el consumo de los productos ecológicos desde la unidad de acción. "No queremos mucho más desarrollo, sino que se mejore y se mantenga lo que ya está hecho", resume César González.

Los centros ciudadanos

El Ortigal es de los pocos barrios del municipio que cuenta con dos centros ciudadanos. Claro que eso esconde otras carencias. Según lamenta César González, el centro ciudadano I, que antes era un colegio, se ha convertido en la única instalación deportiva del barrio. Fuera acoge un mini polideportivo, y dentro sirve de gimnasio para practicantes de kárate y kick boxing, al margen de sede de la asociación juvenil Sabor Cultural. Por eso, otra de las demandas del colectivo vecinal es una mayor dinamización del barrio.

El otro centro es de la asociación de vecinos, fundada en 1975. A pesar de los arreglos que se han hecho últimamente, tanto en el propio centro como en la plaza superior, los techos están llenos de humedades. "Cuando llueve el agua cae a chorros", dice González.