"Antes venía mucho turista, sobre todo alemán. Es una pena". No es difícil escuchar esta u otras expresiones similares a quienes han vivido toda su vida en Bajamar. En cierto modo, el pasado es difícil de olvidar.

Una de ellas es Juana Rodríguez, presidenta de la asociación de vecinos Gran Poder de Dios, quien, en un recorrido por el barrio, no deja de reconocer que el gran sueño de este barrio costero de La Laguna sería recuperar el esplendor turístico que tuvo en otra época.

No obstante, no deja de ser eso, un sueño. Con los grandes hoteles de otro tiempo cerrados -alguno ni siquiera funcionó como centro de alzhéimer-, Bajamar se ha convertido, ahora más que nunca, en un pueblo que lucha por otras demandas, más cercanas a la ciudadanía.

Entre ellas, señala la presidenta del colectivo vecinal, está la de buscar alternativas de ocio para una juventud que, por ahora, solo cuenta con un polideportivo. "Recién arreglado, sí, pero es lo único que tienen", resume Rodríguez, quien propone que el sótano del reformado centro ciudadano pueda usarse como local para que la juventud tenga allí algo para entretenerse. "Juegos de mesa, televisión...", indica.

Y al igual que para los jóvenes, Juana Rodríguez también reclama más infraestructuras para los niños. El único parque infantil en condiciones está ubicado junto a la cancha de deportes (avenida Cornisa Achimencey), al borde mismo del acantilado, hecho que lo convierte en un riesgo para los pequeños. "El resto de atracciones son columpios sueltos en algunas calles del barrio", precisa la presidenta vecinal.

Y si peligrosa resulta la ubicación del citado parque, igual de arriesgado se ha convertido un tramo de la carretera general (TF-13) que atraviesa el barrio, a la altura del banco BBVA y Correos, y en el que se han registrado varios accidentes y algún atropello.

"Los comerciantes viven alterados. Cada vez que oyen un frenazo se temen lo peor", recalca Juana Rodríguez, quien alerta de la peligrosidad de un paso de peatones que tapan varios contenedores de basura. "La gente pide soluciones, y se han planteado diversas alternativas, pero de momento sigue igual", indica.

A lo que sí se le dio solución es a la canalización del barranco de Los Huaracheros, una obra que tuvo que hacer, en 2013, de urgencia el Ayuntamiento de La Laguna, y que implicó la mejora del pasaje del mismo nombre. "Había riesgo para los pilares de algunas casas, que estaban al descubierto", recuerda Rodríguez. Y lo cierto es que el citado pasaje de Los Huaracheros luce ahora una imagen más moderna y segura que hasta hace no mucho tiempo.

Al igual que la cripta, otro equipamiento del barrio que ha sido totalmente reformado por el Consistorio de Aguere.

Sin embargo, añade la presidenta de la asociación de vecinos Gran Poder de Dios, quedan pendientes el Pasaje de Mariánez y parte del litoral al que lleva ese camino.

En él son evidentes los daños provocados por la maresía y el oleaje, que han corroído los hierros de las barandas y levantado varias láminas del paseo de madera. "Lo ideal sería usar otro tipo de materiales", subrayan desde la asociación de vecinos.

Precisamente, en el litoral se encuentra uno de los grandes cambios que ha experimentado Bajamar en los últimos años: las piscinas y su entorno. Aunque según comenta Juana Rodríguez en el pueblo hay opiniones a favor y en contra de lo que se ha hecho, lo cierto es que la zona ha recuperado atractivo.

Cabe precisar que durante el último verano se calculó que hicieron uso de estas infraestructuras más de 200.000 personas.

¿Y la escollera? Esa es otra historia. Al igual que en otros puntos del territorio insular, su futuro, para el que existen diversas alternativas, parece ligado a que cambie la situación económica. Pero, en cualquier caso, lo que resulta evidente es que la actual no cumple completamente con la función para la que se construyó.