A La Laguna sumará en poco tiempo otro atractivo a su oferta religiosa y cultural. En el afán de algunas administraciones, y del propio Obispado de Tenerife, de hacer partícipe a la sociedad de los tesoros que guardan algunas instituciones de la Iglesia, el futuro museo de arte sacro del Convento de Santa Catalina de Siena expondrá reliquias nunca antes vistas por personas ajenas al monasterio.

El nuevo centro museístico, un proyecto del que se habla desde hace más de una década, sumará a las pertenencias que se conocen de Sor María de Jesús León y Delgado, La Siervita de Dios, en una pequeña exposición que se cerró por no tener recursos para mantenerla, otras nuevas de la monja incorrupta y algunas piezas más elaboradas en el convento de clausura a lo largo de su historia.

Entre esas piezas de museo figura el oratorio y la higuera que ella trasplantó, dos auténticos tesoros que conocían los devotos de la religiosa de El Sauzal por referencias, pero que, más pronto que tarde, se podrán contemplar en el inmueble de la calle Nava y Grimón.

Pero no serán las únicas. Una de las salas del futuro centro de exposiciones albergará las huellas dominicas en las Islas y otros objetos sacros que se conservan en perfecto estado a pesar del paso del tiempo.

Por ejemplo, según detalla la superiora del monasterio lagunero, Sor María Cleofé López Lantigua, se darán a conocer ornamentos bordados en oro, pinturas y piezas de orfebrería -en oro y en plata- talladas por monjas antiguas del convento que han permanecido hasta ahora bajo el mismo manto de secreto que rodea estos centros de clausura. "Algunas de valor incalculable", enfatiza.

Menos suerte habrá, sin embargo, con la conservación de algunas tradiciones propias de este monasterio lagunero del siglo XVI. Según confirma su superiora, en el futuro museo no se darán detalles de la elaboración de los dulces que tanto éxito tienen entre los afortunados que los han degustado. La razón, en este caso, no obedece a ningún tipo de reserva. "Somos pocas", precisa Sor María Cleofé. Los seguirán haciendo, eso sí, en pequeñas cantidades y, sobre todo, por Navidad.

El museo tampoco servirá para recuperar una tradición, esta sí, extinguida: la elaboración de los alfeñiques, una pasta de azúcar cocida y estirada en barras muy delgadas y retorcidas. "Eso es imposible recuperarlo porque las monjas que lo preparaban han muerto", lamenta la superiora.

El anticipo de la gran obra de reforma del Noviciado del convento, estancia que albergará el futuro museo, comenzó esta semana con unos trabajos para preparar el terreno que fueron suspendidos este viernes por la Gerencia de Urbanismo de La Laguna al carecer de licencia.

La idea del Obispado de Tenerife, promotor de los trabajos, es que la rehabilitación integral del deteriorado Noviciado, el único de estas características que se conserva en Canarias, pueda comenzar a finales de este mes o, como mucho, en febrero. Para esta reforma, en la que colaboran también el Cabildo de Tenerife y el Consistorio lagunero, se ha destinado una partida presupuestaria inicial de un millón de euros.