Nada es igual en las carreras de barcos de los Valles (Valle Tabares y Valle Jiménez) y Los Campitos sin el brindis de Pilar. Lo que comenzó con un "vasito de vino" para Julián García, el primo de su marido Máximo, hace años ya, se ha convertido con el paso del tiempo en una parada obligada para los participantes de esta centenaria tradición.

A las puertas de su casa en la carretera TF-111, la que los dos Valles, Pilar ofrece buen vino, tortilla, carne y bocadillos, entre otras viandas. Un atractivo más de la fiestas en honor de la Virgen del Rosario. "Es una locura por venir aquí. Desde un tiempo antes me dicen que están preparados", relata orgullosa esta veterana vecina de Valle Tabares, a pesar de que, según reconoce, el ofrecimiento "cuesta un dinero".

Lo hace, cada primer fin de semana de octubre, por el cariño que le tiene a los barcos, de los que han sido partícipes directos, no solo ella, sino, sobre todo, su suegro y su marido. "Paran una hora aquí y luego van a correr a la iglesia", detalla.

Como ejemplo de su implicación con las tradiciones de su pueblo, esta hija de agricultores muestra su último logro en la fiestas de Valle Tabares: una fotografía en la que posa, junto a los concejales de La Laguna Blanca Pérez y Jonathan Domínguez, tras ser coronada reina de los festejos del año pasado. "Me lo plantearon y no me lo pensé", relata.

Esta instantánea una de las tantas que cuelgan en las paredes de su casa. De su comunión, de su boda, de sus padres... Casi toda una vida. "Me gustan las fotografías", confirma Pilar, a la que el trabajo de su marido, banquero del Santander, llevó durante años por distintos puntos de Tenerife (Las Américas, Adeje y La Victoria).

De Adeje, por ejemplo, guarda un gran recuerdo. "Allí dejé buenas amistades", indica. No fue así en el núcleo turístico de Las Américas, donde recaló por primera vez y donde vivió durante un tiempo. "No me entendía con nadie, ni en la playa ni en el supermercado", comenta ahora entre risas. "Le dije a mi marido que me quería ir porque no tenía a nadie con quien hablar", añade.

Y de Adeje, Pilar y su familia -tiene tres hijos, Víctor, María del Rosario y Jesús-, dieron el salto a La Victoria, un municipio en el que permanecieron otros cuatro años más.

Luego regresó a casa, tras el traslado de su marido a una oficina de La Cuesta. Desde ese momento tiene una cita fiel con las embarcaciones de madera. Y ya está preparada para el próximo mes de octubre.