Vale que la ola de calor invitaba a mirar al Atlántico, que muchas de estas fiestas (a excepción de La Orotava, sin chovinismos villeros) han cambiado y que la de La Laguna siempre ha estado marcada por el tenderete posterior en casas particulares. Vale todo eso y más explicaciones, pero lo que acompañó ayer a San Benito por el casco de Aguere no le hace los honores debidos ni al santo ni al nombre de fiesta tan célebre.

Un desfile desorganizado, con huecos interminables entre carretas, escasas parrandas y muchos carros sin que los acompañara nadie, con silencios musicales que chirriaban y aceleraciones o frenazos que deslucían aún más la otrora romería referente de julio, confirmó el declive de una fiesta que no merece esta involución.

De las 40 carretas del año anterior se pasó ayer a casi 70, pero ese aumento, propiciado por el consistorio, fue una pésima decisión. Muchas carretas apenas tenían gente detrás, no ya parrandas o, al menos, una guitarra y timple: nadie, no venía nadie acompañándolas. Otras presentaban, como mucho, a 3 personas encima y hasta hubo yuntas con animales que se quedaron sin carretas, en clara muestra de imprevisión. Por faltar, mejor, por sobrar, sobró hasta comida en muchas carretas por el escaso público.

Por supuesto, hubo carros muy elaborados, meritorios y originales en los nombres, así como parrandas que dignificaron la jornada, pero, en general, la romería fue ayer una sombra de sí misma, y eso que llevaba ya años en evidente retroceso. Como punto gracioso, el carro "arrastrado" por pequeñas vacas hinchables que, encima, llevaba sonorización alusiva. Hasta el desfile de la maquinaria de limpieza coincidió con el otro en sentidos opuestos en La Concepción. Eso sí, y como siempre, los quioscos de esta zona alegraron cuerpos y almas hasta la noche, pero también con mucha menos gente.