"Este parque lo están dejando morir poco a poco". Así resumen los vecinos sus sensaciones al ver como el parque José Rodríguez Melián, situado en la calle Las Casas, en Valle Tabares y lindando con La Piterita, se deteriora poco a poco tras ver como hace años se abría al público para el disfrute de los vecinos. Tiempo después, el gozo de los vecinos en un pozo, porque a la falta de limpieza generalizada se unió la falta de mantenimiento de las infraestructuras y los jardines.

Cada una de las terrazas del parque está coronada por laureles de indias los cuales se encuentran enfermos por una invasión de mosca blanca que los está secando poco a poco. "Parece que no hay jardineros. Hace unos meses las cubas limpiaron los laureles de indias en el barrio de La Candelaria, pero creo que los jardineros que de vez en cuando pasan por aquí no se han dado cuenta de cómo están estos árboles", ironizó uno de los vecinos del entorno, Nicomedes Armas.

Sin pelos en la lengua apuntó que "están hechos un asco, esto no está ni para traer a los niños de la porquería blanca que hay. No solamente está en este (señala uno de laureles de la última terraza), sino los que están un poco más abajo".

Pasa el tiempo y el problema va a más y si no se ataja "terminaremos por dejar de tener árboles y que esto se convierta en un pocilga", dijo.

Pero el problema de los árboles enfermos no es el único con el que tienen con convivir. Sobre ello resaltó los muros perimetrales de las terrazas en las que está divido el parque, de las que destacó que "en distintas partes la piedra ya no existe porque se cae. También es verdad que hay mucho vándalo".

Nicomedes recordó que el parque José Rodríguez Melián se ha convertido en punto de encuentro de alumnos y padres del colegio Cisneros, que se encuentra por la calle paralela. Señaló que durante los meses de colegio "esto se convierte en una auténtica locura y es habitual ver la plaza llena de basura. No son todos, pero una gran mayoría no respeta la plaza".

Llamó la atención sobre los grafitis, un problema que, reconoce, es generalizado y de difícil solución y también por el torreón eléctrico que se encuentra al principio del parque. "Lo hizo la constructora de las naves nuevas de al lado. Pero nosotros nos preguntamos si no lo podían poner dentro de las naves y no aquí, en una plaza pública que teóricamente es un punto de encuentro ciudadano".

En cuanto al colegio se refiere, no quiso dejar escapar la oportunidad de criticar las afecciones del centro educativo al entorno. "Primero está el tráfico que ha convertido la zona en un auténtico infierno. Justamente en la parte alta, en la curva, los padres suelen aparcar sus coches. Cuando lo hacen, con sus coches impiden que las guaguas puedan dar la vuelta para coger la carretera general a Valle Tabares o La Cuesta, con lo que provocan grandes atascos. Todo se complica cuando empiezan las pitas".

"Somos vecinos y no tenemos por qué aguantar todo este ruido y molestias que a diario sufrimos en silencio. Aquí no se respeta a las personas mayores y la gente hace lo que le da la gana sin que den una solución al problema. El único que se ha dignado a pasar por aquí es el ahora concejal de Juventud y Drogodependencias, Sergio Eiroa, pero no se ha podido hacer nada de nada", dijo Nicomedes para concluir.