La iglesia de la Catedral se llenó para despedir al padre Adán. Así de sencillo. Una buena muestra del respeto que la sociedad lagunera le tenía a José Miguel Adán Rodríguez, un hombre consagrado a Dios "que hizo el bien en todos los lugares en los que estuvo".

A manos del obispo Bernardo Álvarez, la misa en su recuerdo fue un acto muy emotivo y bien cuidado y a la altura de la persona que despedían y en el que se sucedieron las anécdotas y los momentos más conocidos del padre Adán, una persona que dio para mucho y que quedará en el recuerdo de todos por un motivo u otro.

Pero la trastienda de la despedida fue un intercambio de información sobre la otra parte de la historia, la que solo sus amigos conocen y la forma escogida por la mayoría para recordarlo. De esa memoria se deja claro que el padre Adán era socarrón, bien encarado, amigo de sus amigos e hijo de Dios.

"Es que era muy guapo. Lo llamábamos el cura guapo, parecía más bien un actor de Hollywood y encima era muy agradable y sus misas siempre eran un éxito. Le digo, incluso, que le cambiaron las misas de hora. De las 13:00 horas pasó a darlas a las 20:00, pero aún así, era normal que se llenaran", explicó entre risas una de las vecinas que quiso despedirse.

De la misma forma, un antiguo profesor del colegio Luther King y deportista del CB Canarias recordaba la media hora que durante 20 años el padre Adán jugaba todos los días a los chinos en la hora del recreo. "Fue una persona que en 20 años no perdió ninguna partida a los chinos, algo que achacaba a la influencia divina, señalando al cielo con una sonrisa de oreja a oreja".

Un miembro del coro Polifonía recordaba, en cambio, un viaje a la Isla de La Palma con motivo de la presentación de un libro sobre la Bajada de la Virgen. "Tras cantar, nos fuimos al casino, pero se quitó el alzacuellos para que nadie le identificara. Nadie le llamábamos por su nombre y éramos discretos, pero cuando se levantó para irse, el operario del bingo le dijo adiós padre Adán, con lo que las risas invadieron el lugar de inmediato al verlo rojo".

Otro de sus amigos, este vinculado al baloncesto, recordaba "su vehemencia a la hora de defender al Canarias cada vez que jugaba, sobre todo en algún Náutico-Canarias. Mi madre, cómo se ponía".

Lo cierto es que por una forma u otra, el padre Adán quedará en el recuerdo como una persona de bien que disfrutó de su vida religiosa y de sus amigos. Descanse en paz.