La Noche en Blanco, el pacto y la lluvia. Tres elementos en buena medida inconexos se dieron ayer la mano en el que se ha convertido en uno de actos marcados en rojo en el calendario lagunero. Y es que los mismos picos de dudas que van y vienen -especialmente en las últimas fechas- en el acuerdo de gobierno local (CC-PSOE) se repitieron en el "chipi-chipi" (o algo más) que por un par de veces llegó y se fue, con momentos para la preocupación.

"Esto no estaba previsto", admitía pasado el mediodía, y bajo una llovizna que llegaba a mojar, el primer teniente de alcalde del municipio, el socialista Javier Abreu; algo parecido a lo que ocurrió alrededor de las 21:00 horas, con todos los engranajes ya a pleno funcionamiento. Pero, como en la relación entre nacionalistas y socialistas, la cosa no pasó a mayores. La gente cerró los paraguas y se quitó las capuchas, y triunfó la música, la luz y el sonido en un casco histórico que se llenó de actividad desde temprano.

En rigor, la Noche en Blanco es casi tanto "noche" como "día". Ayer sobre todo las familias volvieron a demostrarlo al aprovechar la mañana para salir con sus hijos con menos frío y más tranquilidad. Desde un niño que cantaba por la megafonía de un furgón de la Policía Local en la parte alta de la plaza del Doctor Olivera, a los bailes del trompo (tan de moda últimamente), pasando por decenas de actividades dirigidas a los más pequeños bien representaban ese protagonismo infantil.

La primera parte también tuvo un rocódromo en la Catedral, con colas para subir; una gran carpa en la plaza del Cristo; el aroma de las almendras garrapiñadas y el algodón de azúcar; la batucada de Los Joroperos por la calle Herradores, y hasta unos toros con ruedas que no dudaban en intentar "cornear" a los viandantes. El "encierro", que se sepa, acabó sin heridos. Y eso que no había pocos "corredores". El eje Concepción-Catedral y las dos calles principales (La Carrera y Herradores) volvieron a ser las más concurridas también en una versión diurna que por momentos pudo superar en su intensidad al capítulo nocturno.

En el entorno de La Concepción, pasadas las 19:30 horas, el alcalde del municipio, el nacionalista José Alberto Díaz, junto a su equipo y a representantes comerciales y vecinales (Víctor Núñez, de Alapyme; Francisco Haro, de la FAV Aguere, o Pepe Santana, de la Fecao, entre otros), dio el pistoletazo de salida a la noche en sí. "De éxito", según celebró el regidor municipal, que puso de relieve que la Noche en Blanco es un "producto" de La Laguna y que los laguneros abren la ciudad al público en general. No estuvo en la comparecencia, eso sí, su socio de gobierno, Javier Abreu, que desde por la mañana ya dejaba caer que no pararía por allí: "No sé, ya veremos", había señalado.

Levantado el telón, Díaz inició el recorrido por las actividades organizadas, que se repartían por el casco lagunero y sus alrededores. Los cálculos municipales situaron a las 21:30 horas la cifra nocturna de público en, aproximadamente, los mismos datos de la edición anterior: unas 105.000 personas que transitaban las calles de la vieja Aguere. Visualmente y aunque sin ningún criterio científico, la impresión era que, al menos en la parte antigua, el público estaba al menos más repartido, lo que daba lugar a alguna "clarea", por otra parte de agradecer en un acto en el que La Laguna se convierte en un "hervidero".

La música tuvo el papel más destacado, sobre todo en los puntos más frecuentados, como es el caso de La Concepción. A las 19:00 horas, homenaje a Palmera; a las 20:15, Troveros de Asieta, o a las 21:30, Ni un pelo de tonto, uno de los platos fuertes junto al concierto de Soraya, que tenía previsto su inicio a medianoche.

En sentido hacia la antigua Villa de Abajo, más música en la calle San Agustín y sonidos roqueros en la Catedral. Entre medias, poco -especialmente en los que a actuaciones se refiere-, lo que se convertía en una de las críticas más repetidas. Mientras eso sucedía, el dragón chino, siempre fiel a la cita, volvió a dejarse ver en una Noche en Blanco que, en este caso, siguió al "viernes negro", el "black friday".

Mientras este ser mitológico realizaba su baile por las principales calles, regresaron las dudas que surgieron durante la mañana. Empezó como una llovizna que, poco a poco, fue tomando cuerpo y abrió los paraguas. Cinco minutos de tensión; falsa alarma. Estaba todavía por llegar el que, ya desde los días previos había sido anunciado como uno de los platos fuertes de esta edición: el grupo Puja llevó a los aparcamientos del antiguo Mercado un espectáculo aéreo con bolas de colores que, como se preveía, sorprendió.

Los piratas se suman a la fiesta

Timaginas Teatro llevó a la plaza de Santo Domingo el espectáculo "Amaro Pargo, Barba Negra y los ataques piratas a Tenerife", con lucha de espadas incluida, en una mirada al pasado de la piratería en Canarias.

A Abreu casi lo pilla el toro

Nadie escapó de las embestidas de los toros que recorrieron durante la mañana las calles laguneras. Ni siquiera el primer teniente de alcalde, Javier Abreu, que tuvo que huir de ellos cual recortador.