Álvaro Santana (La Laguna, 1976), actualmente profesor de Sociología en el Whitman College, en el Estado de Washington, ha sido durante los últimos años una de las voces más críticas y fiscalizadoras con el modo de tutelar el patrimonio del centro lagunero. En la semana en que se ha conocido que el ayuntamiento obvió informar al Cabildo de Tenerife durante una década de las licencias urbanísticas del casco, el también historiador analiza esa circunstancia y, en general, la situación patrimonial de este enclave del municipio.

Llevaba meses en silencio después de una época de mucha actividad. ¿Por qué?

Las graves amenazas que se cernían sobre el centro histórico lagunero entre 2012 y 2014 me obligaron a participar mucho más en los medios de comunicación y a pie de calle con visitas guiadas. Últimamente, he trabajado en la trastienda, enviando informes a instituciones con competencias en patrimonio, y también participando en las redes sociales.

¿Cómo está viendo desde la distancia los últimos pasos patrimoniales de la ciudad?

Las amenazas sobre el centro histórico continúan. Como el proyecto del Mercado, que es una burda imitación del Museo Pompidou de París, la destrucción de las casas terreras, la pérdida de los pretiles de basalto -algunos de ellos con grabados-, el deterioro de monumentos como el Palacio de Nava, o el ocaso del pequeño y mediano comercio tradicional. El equipo de gobierno no solo no está capacitado para gestionar el casco lagunero, sino que es parte del problema.

¿Qué valoración hace de las críticas del Cabildo de Tenerife sobre la concesión de licencias urbanísticas en el casco?

No me sorprenden. La Concejalía de Patrimonio viola sistemáticamente las leyes de patrimonio canario y nacional y las directrices de la Unesco. Además, desoye las recomendaciones de la Comisión Insular de Patrimonio del Cabildo, como ocurrió con las obras de la plaza de la Catedral y continúa sucediendo con las de peatonalización, que se hacen sin la preceptiva prospección arqueológica como manda la ley, con lo que se sigue perdiendo valioso patrimonio bajo las calles y plazas. Las críticas del Cabildo son otra prueba más de que el centro histórico es un lugar sin ley.

¿Hay algún aspecto que destacaría como positivo?

El intento de reactivar el Consejo Municipal de Patrimonio, el cual incluye a expertos de la ULL e instituciones culturales laguneras. Pero, en realidad, el Consejo es un parche. La solución real pasa por la creación de un organismo independiente y apolítico encabezado por expertos, asociaciones vecinales e instituciones culturales, como existe en otras ciudades que son Patrimonio de la Humanidad.

Pasado ya un tiempo, y mirándolo en perspectiva, ¿cómo ve los cambios que se hicieron en el casco durante la etapa anterior, en la que era una empresa la encargada de gestionarlo?

La época de Cerrillos [responsable de la empresa encargada] fue nefasta. Pedir a un arquitecto la gestión de un centro histórico es como encargar a un pirómano la vigilancia de un monte. El casco histórico lagunero estuvo ardiendo durante casi diez años. Por fortuna, los montes se regeneran; pero en La Laguna se destruyeron para siempre callejones, casas terreras, casas sobradas e incluso partes de edificios monumentales protegidos. Para ocultar esa destrucción, el ayuntamiento vendía a la gente los beneficios de la peatonalización, la cual presenta deficiencias sociales y técnicas graves, y ha costado más de 13 millones de euros.

¿Considera que urge la revisión del Plan Especial de Protección (PEP)? ¿En qué medida?

El PEP actual lo diseñó la multinacional de Cerrillos, que gestionó el centro hasta 2014. Ese PEP viola las directrices de la Unesco para la protección del casco histórico. Por tanto, urge diseñar un nuevo PEP, cuya redacción debe incluir la participación ciudadana.

¿Cuáles son las principales modificaciones que se deben introducir en el documento?

La Laguna no es Patrimonio de la Humanidad por el trazado de sus calles. Esa falacia se promociona desde el ayuntamiento para facilitar la destrucción patrimonial. La verdad es que la declaración de la Unesco protege al centro histórico en su totalidad. Esto incluye la trama, el parcelario y más de 600 casas. El PEP de Cerrillos eliminó la protección de 100 de esos inmuebles. El nuevo PEP debe seguir las directrices de la Unesco, es decir, proteger el patrimonio de una manera global y diversificada.

¿Qué es lo más urgente que se debe hacer ahora mismo en el ámbito patrimonial en el casco histórico de La Laguna?

Tras la gestión de Cerrillos, no existe ni una sola manzana del centro que no haya sido alterada irreversiblemente. Hoy, la realidad es que está casi todo por hacer; hay que gestionar un patrimonio moribundo en varias partes del centro, como las casas terreras.

La asociación de vecinos Casco Histórico puso el foco recientemente en ese tipo de inmuebles, uno de sus caballos de batalla. ¿Qué opina de la situación por la que pasa el problema actualmente?

La situación de las casas terreras es gravísima. No solo en La Laguna, sino en Canarias. Más de 50 malviven como presos en un campo de exterminio nazi. Es un holocausto patrimonial impulsado por la corporación gobernante.

¿Ha sentido en algún caso que está hablando solo?

Nunca. En mis conferencias la participación es alta. En las visitas guiadas, es aún más elevada, con una media de 50 personas. El blog que recopila mis intervenciones sobre patrimonio recibe visitas de 48 países en los cinco continentes.

¿Hay conciencia entre los laguneros por la conservación del patrimonio histórico?

Sin duda. Hace unos días se ha lanzado una campaña en Change.org pidiendo una ley que proteja las casas terreras. La ciudadanía tiene que convencerse de que la gestión patrimonial le pertenece.

Un lagunero residente en el Viejo Oeste

Álvaro Santana ha vivido en los últimos años en San Francisco, París, Edimburgo, Chicago, Nueva York y Cambridge, donde impartió clases en la Universidad de Harvard. Recientemente, junto a su familia se ha trasladado al Estado de Washington, que define como una de las partes "más hermosas" de Estados Unidos. Allí trabaja como docente en el Departamento de Sociología del Whitman College. "Es lo más parecido a vivir en el Viejo Oeste", señala sobre esta zona que perteneció a España.

Pese a que está al corriente de la actualidad de La Laguna y, en especial, de las acciones patrimoniales que se realizan en su centro histórico, indica que no tiene previsto volver al menos a corto plazo. "Los recursos profesionales que tengo a mi disposición en Whitman y en Estados Unidos son un gran incentivo para permanecer aquí de momento", apunta. Según dice, son "muchas personas" las que siguen sus denuncias sobre patrimonio en las redes sociales y en su blog (https://observatoriopatrimonio.wordpress. com), a lo que se une que recibe correos alertándolo de problemas y pidiéndole su opinión. Eso contrasta con la postura que, indica, mantiene el ayuntamiento, que nunca le ha consultado.