Cuenta Daniel Padilla (Tenerife, 1959) que cada día salía a hacer algo de ejercicio y que, a su paso por el Real Santuario, paraba a visitar al Cristo de La Laguna. Ya no le hará falta esa interrupción en su rutina para estar junto al Crucificado Moreno: desde finales de mes es el nuevo responsable de un templo considerado uno de los grandes polos de la fe en las Islas. "Vengo aquí para servir", dice un sacerdote que ha desempeñado varios cargos eclesiásticos de peso y que, incluso, llegó a ser vicario general.

Tomó posesión como rector del Santuario del Cristo hace pocos días. ¿Qué tal lo lleva?

La situación es un poco complicada porque está uno informándose, hablando con la gente, intentando conocer la realidad... El Santuario tiene la singularidad de que no solo La Laguna está en el Cristo, sino de que toda Canarias está en el Cristo.

¿Un nombramiento de este tipo cómo se produce en la Iglesia?: ¿el obispo lo llama de repente y se lo dice?, ¿es consensuado?

Yo no lo esperaba. Estoy pasando del estupor a la convicción, del asombro de que se haya pensado en mí cuando tengo tanto trabajo a creerme que soy realmente el rector. El obispo me llamó, me dijo que quería contar conmigo y me pidió que me lo pensara. Estaba en Guatemala y ya desde allí tomé la decisión de aceptar. Por supuesto que soy, como se suele decir, hijo de obediencia y, en principio, nunca le he dicho que no a ningún obispo en lo que me ha pedido. Además, para mí es un orgullo poder servir al Santuario y a su gente.

¿Siente una responsabilidad especial al estar al frente de un templo como este? ¿Emoción?

Sí, porque está la atención espiritual a la gente que viene a visitar al Cristo, que es un río permanente, y después te das cuenta de que en el Santuario hay vida. Está la Esclavitud, por una parte, y los que se mueven en el entorno, como los que vienen habitualmente a misa. Lo primero que les dije fue: "Mire, yo no vengo aquí con ninguna pretensión, sino para servir".

¿Tiene ya algún proyecto?

Yo no cuento con ningún proyecto personal. No vengo aquí a sacar mi varita mágica y a dar soluciones a problemas que pueda haber. Pero sí que tengo el proyecto de la Diócesis: salir, abrir las puertas del Santuario de par en par, que sea un hospital de campaña donde pueda venir la gente herida, marcada por dificultades, y que encuentre una palabra, un lugar de acogida...

¿Cómo ve la situación actual de la Esclavitud del Cristo?

A la Esclavitud la conozco de otras ocasiones. Cómo está ahora mismo no lo sé, porque apenas he tenido contacto con ellos, salvo el protocolario de saludo, de brindarme todo su afecto y su colaboración. También yo les he transmitido mi predisposición a servirles y ayudarles. Sí sé que hay un grupo numeroso y cualificado de personas, en este caso de varones, que tienen un amor enorme a Jesucristo en el Crucificado lagunero.

En Semana Santa, especialmente en la Procesión de Madrugada, se notó una bajada notable en el número de esclavos. ¿Qué interpretación hace?

Pues no lo sé. Para mí es una primera noticia. Habría que hablarlo con la Junta, preguntar...

¿Qué le pide a la Esclavitud?

Le pido que, como asociación pública de fieles, responda a las exigencias fundamentales del ser cristiano. Ha de haber formación, participación en el culto y un servicio desinteresado en favor de los pobres y necesitados.

¿No solo en ese colectivo, sino en las hermandades en su conjunto, cree que hay en ocasiones un componente de "postureo"?

Es verdad que a veces se comenta eso. Puedo decir que ahí el tiempo me ha ayudado a suspender el juicio, porque, tal vez, en un primer momento puede haber algo de "postureo", pero después te das cuenta de que en el fondo de esa persona hay una postura de fe.

En estos días por el Santuario, ¿cómo está viendo la fe de la gente en el Cristo?

Creo que hay una profunda confianza en Jesucristo. Cada uno viene a contar sus penas, sus dolores... o a dar gracias. También acuden sencillamente a una visita de amistad: estar con Jesús un rato, en un diálogo íntimo y vivo. A mí me parece que eso expresa el sentir del corazón de un pueblo.

¿El Santuario es un techo para un sacerdote canario?

Yo he sido vicario general y el techo sería ese; pero, desde el punto de vista del servicio mío como sacerdote, supone un regalo que el Señor me hace.

Hablando de techos... ¿Es verdad que, años atrás, usted tuvo posibilidades de ser obispo?

No.

¿Y le hubiera gustado?

(Se ríe). No. Viendo a los obispos que conozco, no les envidio nada.

¿Usted se siente más de Juan Pablo II o de Francisco?

No se puede poner esa disyuntiva. Juan Pablo II me ordenó y fue el papa de mis años de seminarista y de mis inicios como sacerdote. Este papa lo que hace es que nos deja a todos un poco "patinando". Hace pensar porque habla desde el Evangelio y para el Evangelio. No busca otra pretensión que no sea servir a Jesucristo en sus acciones y sus palabras.

¿Es partidario de que los sacerdotes se puedan casar?

Partidario, no. Si la Iglesia lo decide, no tengo ningún problema en aceptarlo. Pero ahora mismo, con relación a mi persona, o a otros, creo que casarnos no nos permitiría contar con la libertad que tenemos para servir a la Iglesia; y, sobre todo, por el compromiso personal que hemos hecho con Jesucristo.

¿Cuál es la solución ante la falta de vocaciones?, ¿darles más cancha a los laicos?

No. Ante eso hay que rezar más y estar cerca de los jóvenes.

¿Qué valoración hace sobre la situación actual de la fe?

Pienso que es muy fuerte en muchas personas. Aquellos que son cristianos lo son de verdad, lo son cada vez más conscientemente, porque va faltando ya el apoyo sociológico de la fe.

¿Cómo recuerda la etapa en que fue vicario general?

Fue una época muy bonita y que me permitió servir a la Iglesia diocesana en su conjunto, conocer las parroquias... Aquel no fue un cargo para presumir, sino para poder servir más intensamente.

¿Va a continuar en su actual cargo de vicario judicial?

Sí, porque el obispo me pide que siga en ese ministerio, aunque hay sacerdotes que actualmente están preparados para asumir el cargo. Él sabe que yo estoy disponible para lo que me pida.

Mujer y Esclavitud: el camino del medio

Daniel Padilla analiza el contexto, primero, y señala después que la solución puede estar en algún tipo de vía intermedia que actualmente desconoce. En esencia, eso es lo que dice el nuevo rector del Santuario acerca del que ha sido en los últimos años el principal foco de controversia en la Esclavitud del Cristo de La Laguna: la entrada de la mujer.

"Evidentemente, la presencia de la mujer en la Esclavitud o en cualquier hermandad es un derecho constitucional de la propia mujer", empieza el sacerdote, que añade: "Lo que pasa es que, al ser esta una hermandad de carácter histórico y tan antigua, la cuestión de los estatutos está clara: habla de hombres y, mientras que no se reformen o el obispo, la autoridad eclesiástica, lo decida, ese tema de la presencia femenina tendría que ir por otro camino".

¿Cuál es esa alternativa? "No sé cómo... Alguna asociación de carácter voluntario asociada a la Esclavitud... No lo sé; hay fórmulas jurídicas diversas...", dibuja, antes de recalcar que en la Iglesia no hay "distinción ni de raza ni de sexo". "Ahora, hay que respetar las instituciones y los estatutos", finaliza.