Luis Balbuena, el conocido matemático, cuenta que fue presidente de la Fundación Canaria para el Sordo (Funcasor) y que hacía ya años que tenía en mente una donación a esa institución que ayer se materializó: un reloj solar en el que el sistema de numeración no es el romano ni el arábigo, sino la lengua de signos.

"Es una unión de granitos de arena", apunta el también docente sobre un proyecto que esconde una suma de distintas colaboraciones, como la de Fernando Garciarramos, que pintó las manos -de la hija de Balbuena, que es intérprete- que marcan las horas, o, entre otras, la de Guillermo Sosa, de una empresa especializada, que cedió el "gnomon", que es la varilla que crea la necesaria sombra.

No fue casual que se presentase durante la jornada de ayer. El Día de la Lengua de Signos fue el elegido para la puesta de largo de un elemento que, señala Luis Balbuena, es probable que sea único en el mundo. Sufragada por su familia e instalada en la sede de Funcasor, en Tegueste, explica que la iniciativa nació como un "homenaje" a la lengua de signos, que ha logrado sacar a muchas personas de la "incomunicación" y, en particular, que estudiantes sordos hayan conseguido avances impensables dos décadas atrás.