No es una cuestión de la celebración en sí, sino de sus consecuencias. Las fiestas en honor del Gran Poder de Dios, en Bajamar, han vuelto a dejar cierto malestar entre algunos vecinos de la zona, que se quejan de la falta de mayor vigilancia para evitar que, en la previa de la quema del haragán, jóvenes que participan en el desfile entren en piscinas de propiedades privadas.

Junto a la reivindicación, los mismos residentes lamentaron los problemas circulatorios que se produjeron durante el cierre de los festejos, el pasado martes, después de un fin de semana en el que este núcleo costero del Nordeste vivió los actos principales con sus tradicionales procesiones.