El mes pasado cumplió 70 años, de los que 58 ha trabajado un arte que hoy no vive su mejor época, al menos en el Archipiélago: la orfebrería. Se llama Juan Ángel García y ya está jubilado, pero el vínculo que se fue "grabando" entre esta actividad y él durante décadas no desaparece. Ni siquiera ha querido desmantelar su taller, ubicado en la avenida Lucas Vega, en San Benito. "Lo conservo para tener la cabeza ocupada, para no estar todo el día viendo obras", señala sobre el lugar que fue su punto de producción profesional y en el que alguna tarde sigue dando rienda suelta a la ahora afición.

Nacido justamente en la casa en la que creado durante este tiempo, Juan Ángel fue durante un cuarto de siglo el único de su ramo en las Islas, hasta la aparición más reciente de una empresa en Santa Cruz. Según relata, empezó siendo un niño, a los 12 años, cuando se inscribió en la Escuela de Artes y Oficios de San Alberto Magno, junto a la cancha Anchieta. Trabajaba entonces en una farmacia y por la noche iba a aprender la labor que acabaría marcando su vida. Tras compartir técnicas 11 años con uno de sus maestros, Ventura Alemán, emprendió un camino en solitario vinculado "en un 80%" con el campo religioso. "También hice joyería unos 14 años, pero es desagradecida", explica.

Como es habitual en estos artistas, su carrera oscila entre lo nuevo y lo viejo, lo elaborado y lo restaurado. Una pared llena de fotos da cuenta de ello, especialmente de lo primero, de lo que destaca, entre otras muchísimas piezas, las andas de la Virgen de Candelaria -que le llevaron cuatro años y medio- o una custodia que produjo en 2002 para la iglesia de La Perdoma (La Orotava) y de cuyo resultado quedó satisfecho. Aparentemente más sencillas a ojos del profano, hay reparaciones que lo llegaron a ocupar durante tres años. También, en algún caso, las circunstancias lo obligaron a correr y a trabajar "día y noche", como con la cruz de plata del templo de San Marcos, en Icod de los Vinos, considerada la más grande del mundo en filigrana y que en los 90 tuvo que remozar a toda velocidad para que fuese mostrada en la Expo de Sevilla.

Las vivencias de este orfebre de los de antaño, que dice con naturalidad que no es religioso, no se pueden entender sin unas herramientas que, en algunos casos, son heredadas: bruñidores, hierros de repujar creados por él, unos martillos especiales o las denominadas "cajas de repujar". Su técnica en ese último procedimiento y en otros llegó a convertirse en objeto de estudio para la elaboración de la tesis doctoral "El repujado de metales en la orfebrería canaria", de Manuel Serrano Camacho, donde se descubren las singularidades regionales de este arte. Y es ahí, en lo estilístico, junto con el sistema actual de enseñanza mediante cursos -él optaría por una escuela y una formación más amplia-, donde Juan Ángel García no parece del todo conforme: "Lo que se hace en Andalucía es diferente a lo nuestro, y para la Semana Santa, sobre todo en La Laguna, se están trayendo muchas cosas de allá; eso aquí está fuera de contexto".