Otro pasito más cerca. Los desalojados de la demolida urbanización Francisco Javier Centurión avanzaron ayer unos "metros" más hacia la luz con la que terminará su túnel particular. En un acto en la Casa de los Capitanes, el Ayuntamiento de La Laguna repartió este viernes los nuevos inmuebles, ubicados en un bloque próximo todavía en fase de construcción. No hubo llantos ni algarabía. Y es que tampoco era un sorteo de vivienda pública en el sentido más habitual del término, de esos a los que acuden los vecinos a entregar su futuro y el de sus familias al azar de que les toque una casa.

Al contrario, los afectados de esta barriada lagunera llegaron a la cita seguros de que les tocaría; solo se distribuía el orden: el primer piso o el último, el 15 o el 48, tener la vista hacia un lado o hacia el contrario... "¡Vas a ser mi vecino ahora!", "Mejor que nos haya tocado abajo, que mi madre es mayor" o "A mí me da igual que sea arriba..., así veo toda La Laguna" son algunas de las frases que se podían escuchar en las conversaciones entre propietarios tras la distribución de las 56 casas (menos una, que había sido previamente otorgada por una cuestión de accesibilidad).

Tomó al inicio la palabra el alcalde, José Alberto Díaz, para perseverar en que existe una "voluntad" del equipo de gobierno de no construir dos bloques más, lo que llega después de que, durante los últimos meses, Unid@s se puede haya alertado de que el Plan General de Ordenación del municipio contempla esa posibilidad. Pero, en realidad, eso fue lo de menos. Los vecinos estaban "a otra cosa". Según continuó explicando el nacionalista, habrá un día en que los nuevos inquilinos podrán visitar las viviendas y, en el supuesto de que no les gusten, realizar un intercambio con otros vecinos descontentos.

Tras el penúltimo trámite, y si no fallan las previsiones municipales, será en primavera cuando tendrán ya a su disposición las casas, cuya construcción ha supuesto unos cuatro millones de euros. Es este el resultado de la lucha que ha seguido a los problemas estructurales que se detectaron hace años en el antiguo edificio, lo que derivó en el desalojo y en numerosas dificultades, miedos e incertidumbres.