Es martes por la mañana y por los pasillos de la Escuela de Música Guillermo González ya se escuchan algunos instrumentos. Se escapan los sonidos de unas aulas con sus atriles, partituras y pizarras con alguna figura poco reconocible para los legos en la materia, pero también pequeñas, antiguas y con baños convertidos en armarios. Son las huellas del viejo establecimiento alojativo que fue -la pensión Soria, que tuvo su popularidad durante el siglo pasado-, y cuyas condiciones llevan ahora al límite a parte de la comunidad educativa que lo habita, hasta el punto de demandar públicamente unas mejores instalaciones.

Desde el sindicato STAP, Juan José Díaz ahonda en unos problemas que superficialmente ya habían salido a la luz en los últimos meses, y que corrobora la jefa de Estudios, Sandra Rodríguez. Incluso, el asunto fue a un pleno del Ayuntamiento de La Laguna y desde Cultura quedaron en realizar unas actuaciones de mejora en Navidad. Estas se ejecutaron; pero el pintado de unos muros y de la fachada, así como la tala del drago del patio, no han satisfecho las expectativas de quienes utilizan el inmueble, que se ubica entre la calle del Agua y el carril bici que une la trasera del Mercado y el Cristo.

"La Escuela empezó como un buen proyecto, y sigue siéndolo, pero se ha quedado pequeña", sintetiza Rodríguez en referencia al edificio, donde los problemas se encadenan. Primero, un recinto anexo de madera que han decidido no utilizar con los alumnos más pequeños porque carece de baño, por el frío y ante la imposibilidad de resguardarse de la lluvia. Una vez dentro del módulo principal, Díaz pone el foco en las barreras arquitectónicas, en la falta de ventilación, en que no hay aislamiento acústico, en la humedad, en los olores que en algunas épocas del año emanan de los "baños-almacén" y, en general, en las actuales deficiencias del lugar.

Según su relato, las dimensiones de la Escuela se convierten en origen de un problema mayor. Las clases normales -antes habitaciones de la pensión- están estipuladas para dos o tres estudiantes y el profesor, si bien en el presente curso hay más de 500 personas que acuden a recibir docencia... Es por ello que por las tardes se llega a habilitar un pasillo a modo de aula. "Cuando llegué a la Jefatura de Estudios tuve que reestructurar los horarios para que los profesores de percusión vinieran en días alternos y hacer un puzle", recuerda Sandra Rodríguez, que cifra en alrededor de 300 los interesados que no consiguieron la plaza que habían solicitado.

Juan José Díaz, que ha recibido las quejas de un grupo de profesores, refiere otro problema de tipo administrativo: el centro sigue careciendo de una lista de reserva de enseñantes -se empezaron a elaborar unas bases, pero durante dos años estuvieron paradas-, por lo que han tenido que recurrir a las escuelas de música de otros municipios y las sustituciones se han demorado. Junto a ello, denuncia que el director y la jefa de Estudios llevan dos años sin percibir el complemento salarial por esas responsabilidades.

Y, pese a todo lo anterior, sigue la actividad en la antigua hospedería, hoy escuela, la misma que muchos de sus nuevos "huéspedes" desean abandonar. Se podría decir, acudiendo a una frase hecha, que quieren irse con la música a otra parte.

Clases en un pasillo y baños de pensión que se volvieron armario

Entre las imágenes que se observan en el inmueble destacan el pasillo habilitado como aula y los baños de las habitaciones de la pensión Soria convertidos en armarios. En su trasera, la Escuela cuenta con un recinto de madera que también es objeto de quejas, y en el que el pasado martes parecían realizarse mejoras. Eran, sin embargo, del hotel que próximamente será su vecino./ á. hdez.