Muy cerca de otras oficinas de colas, tensión o decisiones que deben ser tomadas con rapidez, hay una estancia en las casas consistoriales laguneras en la que se va a otro ritmo. Y no es que allí, en el laboratorio del Archivo Histórico Municipal, no se trabaje, sino que su actividad es paciente, meticulosa y perseverante como una carrera de fondo.

Rafael Martín Cantos es el encargado de las restauraciones y recurre a algunos símiles para explicar lo que hace. Una de sus comparaciones es con un hospital en el que los documentos entran con una "enfermedad" y hay que procurarles un diagnóstico y un tratamiento; la otra, la de una tintorería, dado que se trata de fibras y hay que lograr una mejor versión, si bien en este caso, en vez de ropa, son papeles.

Las causas para que se proceda sobre un material bibliográfico son diversas, aunque el responsable las divide en dos grandes grupos: de naturaleza interna, como tensiones, amarilleamientos, perforaciones, óxido, suciedad, hongos, humedad o insectos, por un lado, y factores de tipo externo, tales como restauraciones incorrectas, pliegues y arrugas, pérdidas de soporte, tintas metaloácidas, decoloraciones, deformaciones o mal uso, por otro.

Martín precisa que la suya es una labor en la que se requiere la "paciencia de un artesano", pero que está mecanizada y que para ella, incluso, cuenta con el apoyo de "tecnología puntera". La laminadora de calor y vacío, la selladora, la encapsuladora al vacío o la reintegradora de pulpa son varios de los aparatos sofisticados de los que dispone en unas dependencias municipales con alrededor de unos 30 años de vida, de los que él lleva allí 26.

Junto a las reparaciones de libros del archivo también se realizan algunos encargos para el exterior. Los porcentajes son de un 90% y un 10%, respectivamente. Y en paralelo está la conservación de lo almacenado, para lo que se necesita vigilar el entorno, la luz, que se fumigue...

Según detalla el experto, el avance es lento entre otras cosas porque siempre hace falta un análisis minucioso acerca de cuál ha sido el mal que ha afectado a las publicaciones y de qué manera se puede resolver ese desperfecto. "Hay que estudiar los componentes del papel, los tonos de la pasta que se debe fabricar, el tipo de encuadernación que tiene, si lleva aditamentos que con los años se añadieron...", relata.

La experiencia le dice a Rafael Martín que hay operaciones que son muy complejas y que, en ocasiones, se producen "sustos" en la limpieza de páginas porque los pigmentos "se mueven" aunque en el chequeo previo la impresión haya sido otra. "Hay retos en los que tienes que reconstruir hojas casi enteras", admite un profesional que hace de la constancia su gran virtud. En parte no le queda otro remedio. No en vano, apunta que el Archivo Histórico es el fondo documental "más importante" de Canarias al estar seriado desde finales del siglo XV... y que en él queda mucho por hacer.