En la Isla hay unas decenas de canales y más de 2.000 galerías y pozos. Así es que en la venta de agua, aunque se compre el mejor producto, la calidad baja, porque el líquido adquirido coincidirá en la fase de transporte con el de cientos de puntos de origen y, al final, al cliente -a La Laguna en este caso- le llegará una mezcla. Y como quiera que la fluorita es un mineral que cuenta con una gran presencia en el subsuelo tinerfeño por su naturaleza volcánica, habrá irremediablemente flúor y sodio.

Para medir esos niveles y poder tomar decisiones, y también para vigilar cualquier otro problema que surja en el agua lagunera, está el laboratorio de Teidagua. Previa toma de muestras por parte de los fontaneros, en cierto modo son sus datos los que han permitido ir corrigiendo los desajustes. El acuífero de Los Rodeos, el pozo de Las Canteras o el bombeo de Valle de Guerra al depósito de Montaña del Aire han hecho el resto al posibilitar una mayor calidad.

Víctor Rodríguez es el responsable de la instalación, en la que trabajan otras dos profesionales más. "Nos encargamos de analizar las aguas suministradas, tanto potables como residuales, para que cumplan con la normativa", explica sobre la labor que allí se desarrolla. Esos estudios, precisa, se producen en distintos momentos del proceso: en la materia prima que envían los proveedores; en el agua que entra en los depósitos y es filtrada y desinfectada; en diferentes tramos del alcantarillado, y en la depuradora ubicada en la Punta del Hidalgo.

"Con respecto al agua potable, en la normativa se indica el número de análisis que hay que hacer al año de cada depósito y de cada red en función de parámetros como su tamaño, el agua suministrada y la población abastecida", apunta este licenciado en Farmacia y Ciencia y Tecnología de los Alimentos, que añade que esa información es volcada semanalmente en la web del Ministerio de Sanidad, donde, además, incorpora sus análisis el Servicio Canario de la Salud. "Nuestras aguas no solo están controlada por nosotros, sino también por la autoridad sanitaria", destaca.

Rodríguez se detiene en ese punto en que la cantidad de exámenes que se realiza es muy superior a la que fija la ley. En total, cifra, se llevan a cabo alrededor de unos 1.000 al año, suma de en torno a 465 en depósito, 400 en red y 68 completos.

El sistema hidráulico lagunero no es sencillo. Prueba de ello son los 32 depósitos que hay si se suman los de Tacoronte, donde, al igual que en La Laguna, opera Teidagua. El motivo no es otro que la extensión del municipio y su orografía, con unas variaciones de altura que impiden bajadas de agua que harían que las tuberías reventasen y que, en otro caso, generarían un gasto energético muy grande para elevarlas. "Al haber tantos depósitos cada uno cuenta con una red que llega hasta un determinado lugar", afirma el responsable del laboratorio, que puntualiza que algunas diferencias tienen ahí su razón. "Incluso se llega a dar la paradoja de que, en una misma calle, los vecinos de una acera beben de un agua y los enfrente, de otra", expresa. Tal es la complejidad del entramado de tuberías y la diversidad de aguas que profesionales de la compañía llevan unos quince años efectuando visitas "contador por contador" para ir pintando en un plano la sectorización de la red, si bien ya está el trabajo prácticamente finalizado.

Probetas, tubos y múltiples instrumentos sofisticados son los que se pueden observar en un espacio que está situado en Los Majuelos desde hace varios años, lo que permite una actividad "más ágil" que cuando se encontraba en el casco histórico. "Las comunicaciones son más rápidas; estamos al lado de la autopista. Los fontaneros vienen, traen las muestras, aparcan en la puerta..., mientras que arriba teníamos el problema del estacionamiento", señala Víctor Rodríguez sobre estas dependencias, que son desconocidas para muchos y a las que no se les escapa ningún detalle del líquido elemento local.