El desfile de los diablos y la tarasca, que formaban parte de los antiguos ritos del Corpus de La Laguna, volvió a llenar de color en la tarde de ayer las calles del casco histórico. La novedad de esta edición, la cuarta ya, fue la incorporación de dos piezas -un águila y un pelícano- elaboradas por Ibrahim Hernández, un joven imaginero de la Punta del Hidalgo. Aunque especializado en el arte religioso, no renuncia a otros campos, y en este caso ha puesto su particular contribución artística a la cita con tanta historia.

Sus figuras de corcho con papel y plumas se integraron en un acto con hasta 500 personas y 18 números: danzas de cintas, bandas de cornetas, grupos de espadas, los gigantes y cabezudos, los caballitos de fuego, los diabletes de Teguise, los gremios...

Recuperada, perdida y vuelta a recuperar, esta tradición forma arte del complejo ritual que envolvía al viejo Corpus Christi.