Los Rodeos suena a aeropuerto y aviones, a pasajeros y maletas, y a la mayor tragedia de la historia de la aviación comercial. También es el nombre de una zona de cultivos privilegiada. Menos conocido es su vínculo con las aves. Pese a que no cuenta con protección oficial, el ámbito denominado "Los Rodeos-La Esperanza" sí que tiene la categoría de IBA -siglas de "Important Bird Area"-, según recoge un inventario elaborado por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), filial en España de BirdLife International.

Concretamente, abarca el entorno alrededor del aeródromo de Los Rodeos y hacia las inmediaciones de La Esperanza, un territorio bastante amplio y de cultivos cerealistas, campos abiertos, pastizales... Allí confluyen especies nidificantes y migrantes con unas singularidades que son las que hacen especial este punto.

Lo explica Rubén Barone, naturalista, ornitólogo de profesión y encargado desde 1995 de este lugar en un programa de seguimiento de las áreas importantes para las aves, coordinado y promovido por SEO/BirdLife en todo el Estado. Lleva yendo desde inicios de la década de los 80 y conoce al detalle sus características. "Inicialmente, en Los Rodeos tienen interés especies como la terrera marismeña o calandria, que ya se extinguió en Tenerife, pero que estaba cuando se definió la IBA", comienza su recorrido por la avifauna destacada de este espacio.

Actualmente, sobresale una serie de aves que nidifican y son representativas de ese tipo de ambientes cerealistas del que, por su parte, Los Rodeos es el gran ejemplo en la Isla, junto a Teno Alto e Icod el Alto. Una de ellas es la codorniz, una especie de caza, difícil de ver, y cuya población en el Archipiélago ha disminuido. "Ahora mismo, la codorniz no es común en Tenerife y está muy restringida a ciertos puntos", indica Barone, antes de detallar que la mejor zona a nivel insular va de Los Rodeos a Tacoronte.

Otro de los "residentes" a resaltar es también pequeño y de plumaje pardo. Su nombre: triguero. "Es una especie escasa y muy localizada; en el caso de Tenerife ha desaparecido de determinados lugares", señala el experto. "Quedan algunos en el Norte y por unas pocas zonas del Sur, pero donde realmente hay una población significativa hoy en día es entre La Laguna y Tacoronte, así como en Teno Alto", puntualiza. Una situación distinta es la que se da con el pardillo común, que continúa siendo relativamente habitual en varios puntos de la geografía tinerfeña. "La prueba es que aún se pueden ver bandos de más de 100 individuos", apunta.

Mientras tanto, entre las aves migratorias también hay casos que deben ser puestos de relieve. El búho campestre es una de ellas. Se trata de una rapaz nocturna que acude en invierno con bastante regularidad, pero de la que no llegan muchos ejemplares. También con las bajas temperaturas se ha visto -aunque cada vez ocurre menos- la avefría. Tanto una como otra son de tipo "invernante", pero después hay otras que están más bien de paso. Es lo que sucede con el cernícalo primilla, que se ha observado muy pocas veces en Los Rodeos, en su subida a Europa desde África en primavera; el cernícalo patirrojo, del que años atrás hubo una llegada masiva que ocasionó problemas a los aviones; el chorlito carambolo, que visita frecuentemente Canarias, aunque no es sencillo avistarlo en La Laguna, y otras aves como la carraca europea.

La constatación del atractivo de la zona está en las visitas habituales que ornitólogos, naturalistas y "birdwatchers" realizan a este enclave, sobre el que Barone también aprecia amenazas: la Vía Exterior, una eventual ampliación notable del aeropuerto o el uso masivo de venenos por parte de algunos agricultores.