Poco antes del mediodía, la bruma servía de alfombra para visitar La Esperanza, un desafío a las altas temperaturas anunciadas. Al llegar, una odisea buscar aparcamiento. Ya el bar "Kilómetro 5" advertía de que cerraría sus portones y los coches que quedaran en el interior... mejor recogerlos mañana. O sea hoy. Desde el "extrarradio" al corazón de la villa por 25 grados cuesta arriba, y casi de temperatura. En la plaza se probaba sonido con el "Súbeme la radio", de Enrique Iglesias.

Primera parada: plaza de la iglesia. No había concluido la misa y las romeras abandonaban el templo en un micro rumbo a su carreta, y, de paso, evitaban la escarpada pendiente. Doce del mediodía. Repiques de campanas y se apresura el sacerdote a salir al exterior para pedir a la banda que espere a que el trono de la Virgen esté ya por fuera para tributar los honores. Dicho y hecho. El cura da la señal al director de la banda. Un, dos, tres y... himno nacional de España, con los músicos vestidos con el traje típico canario. Al alcalde, Escolástico Gil, se le transfiguró la cara. Mientras, el sacerdote atendía el reclamo de cuantos le pedían una foto. A modo de transición, y antes de bajar a la plaza, un pasodoble que recordó las tardes taurinas, para luego dar paso a una "bocanada" de dos horas y media de folclore canario.

Una veintena de carretas y centenares de participantes. Hasta Tabaiba subió desde la costa a la romería en carreta. O "El Cheriff", según se leía en una y otra. Cuando más apretaba el calor, el alisio dio un balón de oxígeno. En la plaza, unos hacían la venia a la patrona y dos ediles del PSOE parecían planificar la romería del próximo año por si llegan al poder. En el reparto -de ayer-, papas, carne, cotufas y... golosinas. Antes del colofón, el alcalde se desquitó y pidió "una canción dedicada" a la banda: el Pasodoble Islas Canarias. Y volvió la bruma.