Las ideas aparentemente alocadas son uno de los inicios habituales de los mejores proyectos, pero también el caldo de cultivo perfecto para los fiascos más rotundos. Ese riesgo es el que unas veces condena lo que podía haber sido una iniciativa de éxito y que en otras ocasiones evita desembolsos millonarios hacia ningún sitio. La Laguna sabe bastante de ese tipo de propuestas fuera de lo común y, de una forma especial, de las que tienen que ver con los megaproyectos constructivos. El hotel de doce plantas en el corazón de Taco que, al menos hasta 2013, figuraba en el Plan General y, más recientemente, la creación de una mastodóntica planta mareomotriz con un espigón de 200 metros junto el faro de Bajamar -cuyo estudio de viabilidad fue acordado el pasado año por el ayuntamiento- son de los más recientes. Pero antes hubo unos cuantos casos más.

Una isla frente a El Arenal. El litoral entre Bajamar y la Punta del Hidalgo pudo contar, por extraño que resulte, con una isla artificial. Unos inversores encargaron hace más de 40 años, a inicios de la década de los 70 del siglo pasado, un proyecto para construir un complejo residencial enfrente de la playa de El Arenal. Lo llegaron a tener todo pensado: 401.000 metros cuadrados para la zona residencial, 148.000 para red viaria, 16.000 para un centro recreativo y 205.000 para los espacios libres. En total, 770.000 metros y una población prevista de 6.000 personas. Había hasta plazo de ejecución (cuatro años) y coste (1.200 millones de pesetas de la época); sin embargo, la actuación acabó quedando en el olvido. Las razones por las que aquello no salió adelante no están claras, aunque se da la circunstancia de que unos años después -el 11 de abril de 1977, Lunes de Pascua- se produjo una "colosal tromba de agua" que, según ha argumentado en varias ocasiones el presidente de la asociación de vecinos Gran Poder de Bajamar, Andrés Padilla, supuso el inicio del ocaso turístico del pueblo.

El tranvía al Nordeste. Una línea de tranvía que saliese desde el centro y recorriera Las Mercedes, Las Canteras, Tegueste, Tejina, Valle de Guerra y Tacoronte. Esa es la propuesta que estudió y desechó en su momento el Cabildo de Tenerife y que, en marzo de 2010, defendió con fuerza el hoy concejal del sector crítico del PSOE Javier Abreu, que planteaba por esos días que el trazado en cuestión evitaría la implantación de más carreteras. En abril, el arco local aprobó por unanimidad instar a la institución insular a analizar las posibilidades de esa línea al Nordeste, mientras que en 2011, y ya en clave electoral, el edil aseguró que los socialistas trabajarían tras los comicios para hacerla realidad.

Una laguna, una noria y una pista de patinaje en el Cristo. No fue el PSOE el autor de las ideas más llamativas antes de las elecciones locales de 2011, sino que quien se llevó la palma fue la Agrupación por La Laguna, de Domingo Medina, un viejo conocido, eso sí, de la formación de la rosa. El otrora dirigente socialista inició la precampaña antes que nadie y con anuncios diversos, como su defensa de que Aguere se convirtiese en la capital de Canarias. No obstante, su acción más ambiciosa estaba centrada en los terrenos en desuso -también hoy- del Ministerio de Defensa junto a la plaza del Cristo. Descontento con aquella situación, Medina propuso que el lugar fuese "la gran zona verde". Concretamente, su idea era que la instalación contara con un parque infantil fijo con una laguna que recordase los orígenes de la ciudad, una noria, una pista de patinaje... Al final, el pronunciamiento de las urnas resultó poco favorable a los intereses de la candidatura que encabezaba y, en consecuencia, el parque, la laguna, la noria y la pista soñadas durmieron el sueño de los justos.

La Venecia lagunera. Se trata de una de las viejas iniciativas a gran escala que han tenido una mayor resonancia posterior y, curiosamente, su germen se encuentra en el mismo hecho que marcó para siempre el futuro de Bajamar. Aquella tormenta de abril de 1977, días después de que dos "jumbos" chocasen en el aeropuerto de Los Rodeos en el mayor accidente de la historia de la aviación comercial, anegó la Ciudad de los Adelantados y derivó en el desarrollo de un proyecto de colector para recoger los caudales de los barranquillos de La Vega, con un coste de 790 millones de pesetas, una cifra que resultaba, si cabe, más elevada en la época. "Este colector partiría del camino Tornero y terminaría en el barranco de La Carnicería, desde donde las aguas pluviales se conducirían hacia el barranco de Santos y de allí al mar", puede leerse en el artículo "Cuando La Laguna quiso ser Venecia", del blog "Lo que las piedras cuentan", de Melchor Padilla. "Pero al alcalde Pedro González se le ocurrió entonces una idea curiosa: acumular el agua mediante compuertas en un tramo del barranco canalizado y aprovechar la altura del agua remansada para hacerlo navegable mediante pequeñas barcas. Es decir, aprovecharlo para fines lúdicos. Pronto la socarronería lagunera bautizó el proyecto, que a partir de entonces fue conocido con el nombre de la Venecia lagunera", completa Padilla, antes de señalar que el gobierno posterior se dedicó a "echar para atrás" todas las medidas de González, por lo que no hubo románticos paseos en barca y hasta el color rosa de la Catedral fue sustituido.

Una pista de esquí en Montaña Pacho. El complejo de Montaña Pacho quiso albergar otra de las más singulares infraestructuras que se han querido levantar en el municipio: una pista cubierta de esquí como la que existe en el Madrid Xanadú, la denominada "Snow Zone". En el caso tinerfeño se llegó a decir que iba a ser la segunda de España y que una empresa estadounidense ya se encontraba trabajando en ella; pero no prosperó. De por sí, la cronología de Montaña Pacho estuvo marcada por los imprevistos -incluso en las dotaciones que sí se realizaron- debido a problemas técnicos y a otras modificaciones, lo que condicionó las obras de lo que pudo ser y finalmente no fue.

OtraS "IDEAS"

El "toque de queda" para niños de Javier Abreu

El concejal Javier Abreu propuso en diciembre de 2004 una medida explosiva, en este caso fuera del terreno de la construcción: implantar una ordenanza municipal que limitase por la noche la estancia en la calle de los niños sin acompañamiento familiar, especialmente en las zonas de ocio nocturno. El nombre que recibió hizo el resto: el "toque de queda". La idea era que los menores de 15 años no pudiesen salir solos a la calle a partir de las 22:00 horas. El socialista indicaba que había jóvenes que estaban creando "auténticos problemas" y apostaba por buscar fórmulas legales para corregir su actitud. Al frente del área local de Seguridad se encontraba el hoy presidente regional, Fernando Clavijo, que no acabó de ver aquello. "Hay que ir con cuidado, porque lo que no vamos a hacer es a tirarnos a la piscina", llegó a decir. Y la propuesta fue poco a poco perdiendo fuelle hasta quedar casi olvidada.

Policía Montada de San Cristóbal de La Laguna

La Policía Montada de San Cristóbal de La Laguna fue como se llamó un cuerpo que existió hasta hace no demasiado tiempo. En junio de 1999 se publicó el inicio de sus servicios, que se dirigían fundamentalmente a las zonas rurales. La polémica en torno a los animales y su utilidad no se hizo esperar y apenas unos meses más tarde ya estaban en venta. Finalmente, en 2002 fueron cedidos al centro de menores de Valle Tabares.