Once años después de los primeros desalojos de la hoy derruida barriada de Francisco Javier Centurión, sus vecinos comenzaron ayer una nueva vida. Por la mañana acudieron a la notaría y por la tarde, al sótano de sus casas, improvisado salón de actos en el que fueron entregadas las llaves de 36 de las 56 viviendas (el resto, pendientes de trámites administrativos, se darán en las próximas semanas). Abrazos, emoción y alegría por un desenlace muy esperado.

"Celebramos un día importante porque dejamos atrás ese nombre de El Centurión y hoy ya es una realidad el edificio de Los Molinos". La frase es del alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, que recordó que para los propietarios ha habido "momentos complicados" desde que, en 2006, la familia de Domingo, Nieves y Monserrat se vieron obligados a abandonar su hogar. Fueron los primeros. "Monserrat ya no está físicamente entre nosotros, pero estoy seguro de que estará alegre", dijo el regidor local.

Lo de este lunes era la culminación a una concatenación de dificultades: la aluminosis, la búsqueda de un nuevo espacio en el que construir, la crisis económica, los acuerdos entre administraciones y, en la etapa final, un papeleo no siempre fácil, con herederos y mil historias de por medio. Tras todos esos avatares, lo que queda es un edificio de 56 viviendas y ocho plantas sobre rasante en el corazón del barrio de San Honorato, y que ha costado algo más de siete millones de euros, sufragados por el Ministerio de Fomento (33,97%), el ayuntamiento (32,68%), el Gobierno de Canarias (23,35%) y el Cabildo (10%).

Es por eso último que ayer se sumaron al acto, entre otras autoridades, los presidentes regional e insular, Fernando Clavijo y Carlos Alonso, que transmitieron un mensaje de agradecimiento a los residentes. El primero, que tuvo que lidiar con los problemas de esta zona como alcalde lagunero, también se sumó a un compromiso mantenido por Díaz durante los últimos tiempos, en la línea de lo que habían pedido algunos vecinos y desde la oposición para el resto de la parcela donde se levanta la construcción: "No va a haber más torres ni más viviendas, sino que va a ser un espacio público para el disfrute de los laguneros".

La previsión ahora es que el jueves los dueños puedan recoger la nota simple de la notaría y contratar los suministros para, por fin, poder mudarse.