La actualidad política marcó el día grande de La Laguna. El "terremoto" generado por los mensajes del concejal Zebenzuí González en el grupo de WhatsApp equivocado se convirtió ayer en el centro de todas las conversaciones. Por un lado, entre los vecinos que se iban enterando de lo que había sucedido -y de la dimensión que estaba adquiriendo a cada minuto que pasaba-; por otro, entre los políticos. De estos últimos, a los que les tocaba más de cerca trataban de dar la imagen de que nada ocurría. La procesión iba por dentro.

El hombre más buscado, el edil tejinero, no estaba; sí la jefa de filas socialista, Mónica Martín, que declinaba las peticiones de los medios de comunicación para pronunciarse como mejor podía. Todo ello en mitad de unos actos que comenzaron con el traslado del pendón desde las casas consistoriales hasta la plaza de la Catedral, portado en esta edición por el concejal conservador Orlando Padilla. Allí fue recibido el representante real, el teniente general del Mando de Canarias, Pedro Agustín Galán. Era la antesala de la celebración eucarística posterior, predicada por el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, con un mensaje netamente religioso y en torno a la cruz.

También fue protagonista del 14 de septiembre el despliegue especial de seguridad. Diferentes cuerpos policiales activados en el centro histórico y vehículos cruzados en cada una de las esquinas como medidas de prevención tras lo ocurrido en La Rambla de Barcelona. Blindada ante una de sus citas religiosas con más público, la ciudad congregó a unas 20.000 personas entre las 10:00 y las 15:00 horas, según los cálculos municipales.

La promesa artillera, el sol, el repique de las campanas y las mejores galas de muchos laguneros no faltaron en la procesión matutina, denominada del Retorno, en la que el Crucificado Moreno recorrió las calles Juan de Vera, San Agustín y del Agua hasta desembocar en la plaza del Cristo. Si bien el Real Santuario permanece cerrado por obras desde el pasado mes de julio y la sede temporal de la imagen es el Hospital de Dolores, el trono fue resguardado en la entrada del primero de esos templos hasta que llegó, a las 19:30 horas, otra de las novedades: una "misa de campaña" -como la había llamado el rector del Santuario, Daniel Padilla- en la plazoleta exterior. La ceremonia dio paso a un nuevo desfile, que subió hasta la Catedral, no así hasta La Concepción (como es tradicional). El motivo: la necesidad de acortar debido a que el cortejo tenía que continuar hasta el Hospital de Dolores -en lugar de quedarse en el Cristo- tras la exhibición pirotécnica que iluminó el cielo lagunero en honor de una talla a la que en ese trayecto nocturno volvieron a acompañar un año más miles de devotos. Cada uno de ellos con sus rezos, plegarias y procesiones interiores.