Nacido en Madrid (1944), el padre dominico Daniel López vive este viernes su segunda visita de la Virgen de Candelaria; la anterior fue en 2009, cuando la Patrona se trasladó a La Laguna, entonces el recordado padre Jesús Mendoza quien llevó el peso, aún incluso estando recién operado de una de sus piernas, sin tener aún la prótesis. Daniel López lleva once años en la Basílica de Candelaria, santuario que conoció por primera vez en 1974 cuando hizo escala cuando se iba a incorporar a la misión de Costa de Marfil, y después estuvo varios veranos antes de ser designado como prior del santuario mariano.

¿Cómo definiría esta peregrinación a Santa Cruz y La Laguna?

Es un doble desafío; por un lado la logística, y por otro, pastoral. Es fundamental el trabajo de la comisión que coordina Jesús Agüín, que se ha encargado de tratar con todos los estamentos implicados. Y por otra parte está el desafío pastoral. La tarea desde la Basílica es acompañar a la imagen porque la Vicaría de Santa Cruz primero y luego la de La Laguna son las que organizan desde la comisión. En cuanto al traslado, estamos ya en otros tiempos, no es como hace sesenta años.

¿Qué opinión le merece la concesión del título de presidenta honorífica y perpetua del Cabildo de Tenerife?

Es una pregunta que tiene que responder quien lo da... es como si a ti te dan una caja de pasteles (sonríe). (Y añade con humor) Yo lo único que lamento es que el bastón es sin sueldo; con eso no vamos muy lejos. La Virgen es alcaldesa honoraria y perpetua de Candelaria, Santa Cruz y La Laguna. Hoy lo importante es el desafío pastoral, para lo que ha habido unas catequesis previas y que la gente que visite a la Virgen allá no se quede mirando a la fotografía. Es una Virgen preciosa y elocuente que la ves y te dice: yo no soy nada, lo importante es Jesús, que es la luz del mundo.

¿Le gusta el cartel diseñado para la peregrinación?

Si se dan cuenta, en la puerta de la Basílica no tenemos el anuncio de la peregrinación porque en el cartel anunciador se pintó la Virgen sin niño; la madre es madre porque tiene un hijo; no está Jesús. Lo de menos son los colorines; esa es la imaginación del artista. Lo fundamental es que el icono nos recuerde que Jesús es la luz, incluso por encima de las promesas. Lo importante no es quedarnos en cuánta gente va a haber, que ya sabemos que será mucha, porque la Virgen atrae, pero lo importante es que se encuentren con el Hijo. Me gusta mucho la imagen de La Almudena, pero esta me encanta porque tiene los dos elementos: el Niño Jesús y la Luz; no hay que explicar, basta con ver y entender.

¿Y cómo encaja la religiosidad natural?

Eso siempre es un valor positivo, pero hay que animar a las personas a que lleguen al objetivo: que se encuentren con Jesús. No nos tenemos que ganar el favor de Dios, porque de Dios todo lo que viene son regalos, y los regalos no se ganan, se reciben, vienen a darte alegría y se disfrutan. La religiosidad natural decía que a Dios hay que comprarlo, te lo tienes que ganar. ¡Si Dios es padre, no castiga, tal vez un pescozón! (se ríe). No te rompes la pierna por un castigo divino; te rompes la pierna porque no se arregló la calzada. ¿Qué es bonito ver la multitud? Por supuesto que es bonito ver una multitud que quiere manifestar públicamente su devoción a la Virgen, pero no nos quedemos en la multitud, entre pañuelos y camisetas. Hay que valorar lo que tiene valor, otra cosa es que en la catequesis se fomente.

María, nuestra misionera ayer y hoy es el lema de la peregrinación. ¿Qué tiene que ver con la advocación de La Candelaria?

Me gusta mucho el vínculo con los guanches y tiene mucho sentido aquí, porque María llegó cuando los guanches no eran cristianos. Ella fue la que los llevó a Jesús, después ya llegaron los misioneros a anunciar a Jesucristo; no soy historiador y no voy a entrar en detalles de cómo llegó.

¿Cómo van los preparativos del ajuar de la Virgen para la visita?

Lo bueno de esta peregrinación es que la organiza una comisión, y lo importante es repartirse los trabajos. Es como el cuerpo humano, donde hay diferentes partes; quien dirige a todos es la cabeza y cada uno sabe lo que tiene que hacer. De ahí la importancia de la parte logística, como el carro de la Virgen o los mantos, los trajes... Está todo preparado; cuando me preguntan por la ropa, respondo lo mismo (sonríe): mira, la señora con dos mudas tiene suficiente, una mochilita y ya está (se ríe). ¿Para qué complicarnos? Hay personas que se encargan de eso; la Señora irá con las galas propias de cuando alguien va a una fiesta; hacemos igual que cuando celebramos una fiesta o un cumpleaños en nuestra casa y está todo a punto.

¿Van a hacer los dominicos los quince días con la Virgen?

Vamos a ir y venir; la Basílica sigue abierta. Ya don Mauricio González (párroco de La Concepción) se encargará de cuidar la imagen en Santa Cruz y Juan Pedro Rivero, el deán de La Catedral. Nosotros nos hemos puestos a disposición para participar en las confesiones; pero esta casa (en referencia a la Basílica) no se cierra; y seguimos con los cultos y los turistas siguen viniendo.

¿Harán algún recibimiento especial en el regreso del día 28?

Todo dependerá, porque no se sabe con seguridad el horario o las condiciones meteorológicas. Como coincide con un domingo, hemos dicho que si hace buen tiempo podríamos hacer la celebración en el lateral de la Basílica, frente a la plaza; siempre que no haya esos vientos que conocemos y pensando en que haya mucha multitud. Sabemos que la ceremonia de despedida de La Laguna es a las ocho y que es una noche más larga, porque coincide con el cambio de hora.

¿Se recordará al padre Jesús Mendoza de alguna forma?

Yo no soy venerador de imágenes. El padre Jesús tuvo su etapa y bendito sea Dios; él lo estará disfrutando desde allá. Recuerdo la última vez, que todavía no tenía la prótesis y se bajaba del coche en silla de ruedas. Era muy tenaz; él organizó todo aquello. También hay que recordar al obispo don Felipe, que fue quien decidió las visitas cada siete años; como si fuera una bajada, como la que celebró días atrás la Virgen de Guadalupe.

Entonces no había tantas medidas de seguridad...

Pero tenías que coordinar con todos los cuerpos de seguridad; ahora, como estamos con el grado cuatro de la alerta...

¿Por qué habrá valido la pena hacer la peregrinación?

Valdrá la pena si la gente se encuentra con María y le ayuda a madurar su fe como cristiano. Las cosas no se miden por el gasto -por supuesto que hay que tenerlo en cuenta-, pero ¿quién pone precio a lo que supone que un joven cambie su vida y sea feliz? Basta que una persona se sienta ayudada; que no sea el fervor de un cohete pasajero, sino que cambie su vida.