Nadie se lo ha diagnosticado, pero Jesús Agüín, delegado episcopal para la peregrinación mariana a Santa Cruz y La Laguna, padece aún el "síndrome de la peregrinación": ve un grupo de personas por la calle y tiene la tentación de gritar "viva la Virgen de Candelaria". Más allá de la broma, hace un balance que mira al interior.

¿Qué balance hace de estas dos semanas de peregrinación?

Tendría que hacer un balance doble. Tengo una satisfacción inmensa por la participación masiva de la gente, que ha respondido a la llamada. Pero no nos podemos quedar solo en el aspecto de número, sino que tenemos que hacer hincapié en los encuentros interiores de la gente, a miles, que en su reflexión y en su interior, puso al día su vida y revitalizó su fe; y probablemente se produjeron pequeños milagros en cada persona. Ahí es donde María, como intercesora, actúa para que Dios llegue al corazón. Lo importante de esta visita es que masivamente la gente se ha dejado encontrar por Dios.

Y ahora, ¿qué?

No podemos quedarnos con los aspectos más espectaculares. Esta visita tiene que servir para algo. Tiene que haber una continuidad. El papa Francisco dice que la Iglesia está en estado permanente de misión. No hemos terminado la misión; esto solo es un paso más. Ahora hay que tomar los frutos de la visita y ponerlos en marcha.

¿Se puede decir que la visita no ha terminado?

La visita no ha terminado. Los frutos de la visita son los que ahora se tienen que ir viendo y nosotros, a nivel de Diócesis y parroquia, deberíamos tomar el testigo de la visita y de alguna manera madurar todas esas experiencias, ayudar a que la gente encauce todas esas emociones y llegue a lo realmente importante. Si todo esto no me lleva a tomar la vida de fe en mi propia vida, los efluvios y los aspectos emocionales son superficiales si no llevan a lo auténtico: a mi toma de conciencia de una vocación bautismal, de mi fe y mi experiencia de Dios, y que comience o retome el camino.

¿Le preocupa más el presente?

Me preocupa más el ahora y el futuro. La piedad popular tiene que tener sus efectos, como la toma de conciencia de lo que significa ser cristiano, y eso es lo que ahora toca dentro del plan misionero pastoral de la Diócesis. Hay que aprovechar la ola de emociones y afectivas con motivo de la visita de la Virgen para ponerlo en práctica en las parroquias y seguir evangelizando con fuerza.

¿Qué momento destacaría a título personal?

Además del encuentro de los enfermos en los tres hospitales -que fue un momento de tocar fondo y ver que la condición es débil y solo la luz de la fe puede iluminar este momento-, me quedaría con los momentos personales del trato con la gente, tanto en La Concepción como en La Laguna. Destacaría la labor de don Mauricio González, el párroco de La Concepción de Santa Cruz, que superó con creces lo que se esperaba de él; una persona que lo ha sido todo en la Diócesis. Para mí lo mejor fue ver y escuchar a tanta gente que me dijo que se reencontró con Dios a través de la visita. Ver cómo la gente te contaba sus experiencias personales, a veces tragedias, que por un lado te hacen más humano a ti y por el otro ves la acción de Dios. Nada de lo humano le es extraño a Dios, siempre lo digo: ni lo bueno, ni el dolor.

Pero eso pasa por la conversión.

Sí, y se puede ver. Seguro que mucha gente se ha vuelto a Dios.

Ha mostrado su debilidad por los dos monasterios de La Laguna al llevarle a la Patrona.

La vida contemplativa no terminamos de apreciarla y darnos cuenta del infinito valor que tiene. Ver dos aspirantes ilusionadas con la vida contemplativa en Las Clarisas. También Las Catalinas, que tiene una profesa de pocos meses. Ver juventud y experiencia en la ancianidad de las contemplativas te dan ganas de decir: el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres. Resumo así la visita.

¿Ha sido una visita más espiritual y menos folclórica?

No me atrevería a hacer esa valoración, porque eso es comparar y no es bueno. El padre Jesús Mendoza era un hombre preocupado por la evangelización y la pastoral. Solo puedo decir lo que he visto: en quince días he visto un acción pastoral misionera de todos, empezando por los voluntarios y terminando por las comunidades parroquiales y acciones que se han hecho. Es de justicia reconocer la labor del coordinador de los voluntarios, Pedro López, por su entrega eficaz y callada. Todo ha sido en clave misionera y con un profundo acento evangelizador. Desde que salimos hasta que llegamos, hasta los vivas a la Virgen de Candelaria eran evangelizadores. Ponían el cariño y el valor a la Virgen, que siempre lleva a Dios.

Insiste siempre en que María lleva a Dios.

Cada vez que hago referencia a la Virgen de Candelaria, primero digo que es una imagen, porque puedes correr el peligro que la piedad popular se desvirtúe y nos quedemos en María. Ella nos lleva a Jesús, el Señor de la vida y la historia. Él es quien salva. A ella la amamos, sin lugar a dudas, pero es un instrumento.

Pero ha abierto puertas...

Ha abierto puertas, ventanas y todo lo que había que abrir (sonríe).

¿Sorprendido por el poder de convocatoria?

Mucho. Cuando uno observa el momento que nos ha tocado vivir, uno tiene sus reparos. No dudo del poder de Dios, pero a veces la sociedad es la que es y los signos de los tiempos son los que son. Para mí, el poder de convocatoria ha superado todas las expectativas. No por el número, que también, sino por la acción de Dios en la gente. Cuando uno se relaciona por Dios, lo primero que debe hacer es dejarse sorprender. Vivimos en una sociedad mercantilista que nos ha apagado eso. Tenemos manida la capacidad de sorpresa. Y Dios ha tenido una palabra nueva en mi vida.

En pocas horas se recorrió un municipio socialista, otro de CC y un tercero de IR-Los Verdes.

Recorrimos casi todo el espectro político (se ríe). El evangelio no se puede alinear con ninguna ideología política. Eso significa que cualquier ideología se puede acercar con libertad e independencia. En ningún momento presente lo religioso va a identificarse o hacer injerencia en lo político. Pero al revés tampoco. En las redes sociales hay comentarios para todos. Al intolerante no se le puede tener en cuenta; solo con el silencio y la indiferencia hacerle ver que sobra. Cuando son críticas justificadas y constructivas tenemos que tomarlas y hacer una revisión. El obispo y la comisión diocesana hemos actuado con libertad y un objetivo claro: ni las elecciones próximas ni ningún partido político han tenido influencia alguna en la acción pastoral.

¿Ni la entrega del bastón como presidenta honoraria del Cabildo?

Fue un acto respetable y agradecimos esa acción generosa del Cabildo de Tenerife.

La despedida en Santa Cruz quedó pasada por agua frente a la solemnidad de La Laguna.

En La Laguna fue apoteósico, pero de Santa Cruz salimos por el efecto de la lluvia con una procesión hasta La Concepción con gente anónima, la Virgen envuelta en plástico que ni siquiera veíamos y los voluntarios dando vivas. Podemos preparar lo que queramos, que la acción de Dios va más allá.

¿Ha salido reforzada su vocación con esta visita?

No sé si reforzada; en mí está la alegría de sentirme pastor siendo un instrumento de Dios.

Se ha visto un relevo en la Iglesia diocesana: Guedes, Eduardo, Juan Pablo, Javier de la Rosa...

Sí, la Iglesia tiene su momento y sus tiempos. Es un equilibrio con la experiencia.

Y la próxima visita, en siete años.

Eso le he escuchado al obispo, en 7 años y a Santa Cruz de Tenerife. Toda acción pastoral no debe ser demasiado repetitiva porque deja de tener los efectos.

Pero siete años dan vértigo...

En siete años se puede plantear una nueva acción adaptada a ese momento. Sea lo que sea, la preparación y los frutos sean los de esta visita, porque estaremos haciendo lo que Dios Quiere.