Alrededor de 90 grafitis pintados dentro de la legalidad por parte de unos 60 autores son los resultados más cuantificables de Muros Libres, el proyecto que desde hace un año lleva a cabo en La Laguna el colectivo Uvedevida con la colaboración del ayuntamiento. Y, en paralelo, al sacar estas intervenciones de arte urbano fuera de lugares prohibidos, la iniciativa conduce a obras sin prisa, más cuidadas, con mejores acabados.

Ayoze Álvarez, uno de los responsables de la acción, recuerda que el comienzo se produjo el 29 de enero del pasado año, si bien la fase previa arrancó en el verano de 2017. Padre Anchieta, La Concepción, el parquin del antiguo mercado, el Barrio Nuevo y el camino de La Hornera albergan unos muros por los que, explica, han pasado grafiteros de perfiles diversos. "Ha habido gente que estaba empezando, consagrada canaria, artistas de aquí que viven fuera, autores importantes de Madrid y hasta internacionales, de países como Italia, Holanda y Francia", señalan desde la asociación, y precisan que han participado tanto chicos como chicas y que la media de edad ha oscilado entre 20 y 30 años.

Álvarez está junto a Erik Air en una aventura que, desde su arranque, fue planteada como un "pacto de caballeros" entre los grafiteros y el consistorio, una forma de evitar la proliferación de las denominadas "pintadas vandálicas". Y el objetivo parece que se ha ido consiguiendo. Según ha expresado el concejal de Seguridad Ciudadana, Jonathan Domínguez, se ha producido un importante descenso de las incidencias: un 80%.

Por otra parte, desde Uvedevida apuntan que al mismo tiempo ha tenido lugar un incremento de la calidad. "La gente ha pintado con más tiempo, más calma, más desarrollo... y ha podido pasarse uno o dos días en el muro", indican. Concretamente, el sistema consiste en la elaboración de murales que, posteriormente, son sustituidos por otros. Aunque a ojos profanos puede resultar un poco delicado, desde el colectivo afirman que se han "respetado los tiempos" y que no han surgido problemas. Si bien inicialmente trataron de establecer un censo, finalmente decidieron que podría pintar cualquiera siempre que cumpliese con unos mínimos: respetar el mobiliario colindante, no manchar y no entrar en contenidos de carácter político.

"El balance es muy positivo", manifiestan en un sentido más global sobre el proyecto, que, además, ha dado pie a otras propuestas. Según enumeran, se han celebrado dos concursos (uno de temática libre y otro sobre Cruz Roja), charlas en los institutos y unas jornadas en el Aguere Espacio Cultural. Estas últimas contaron con ponencias sobre prevención de riesgos laborales, facturación de trabajos, aspectos legales y jurídicos...; la proyección de un documental; un repaso fotográfico por el grafiti insular, y un debate acerca del arte urbano y la mujer.

Ahora, el siguiente objetivo que se ha trazado Uvedevida es conseguir dos nuevos muros y, así, aumentar hasta siete los lugares con los que cuentan. "Hasta el comienzo de esta iniciativa no se podía pintar legalmente en la calle a menos que fuese un trabajo privado", rememoran.