Los bombos de la Lotería de Navidad, los que repartirán el Gordo más grande de la historia de este Sorteo Extraordinario, están ya girando en el Palacio de Congresos de Madrid, abarrotado de un público variopinto con una ilusión común: escuchar su número en la voz de los niños de San Ildefonso.

A las ocho de la mañana, una hora antes de que comenzaran el sorteo, abrieron las puertas del auditorio del Palacio de Congresos de Madrid, donde por segundo año consecutivo se celebra, pero ya desde la noche anterior esperaban este momento algunos ciudadanos, impacientes por entrar los primeros y elegir un buen sitio para escuchar el sonido de los premios.

Es el caso de Enrique Vilches, un jubilado de la localidad de Cebreros, que ya a esta a hora se ha hecho ''famoso'' con su disfraz de la duquesa de Alba, haciendo declaraciones a todos los medios, como lo hizo el año pasado cuando se vistió de la popular Belén Esteban.

Con un cartel con su nombre, el de este jubilado que repite en el sorteo por decimocuarta vez, y con la "gran admiración", con la que dice hoy quiere representar a la duquesa, Vilches se presentó en la puerta del Palacio de Congresos de Madrid a las ocho de la tarde de ayer.

Además, no ha venido solo, sino en compañía de un amigo, que hoy hace las veces del marido de la duquesa, Alfonso Díez.

Otros llevan desde las cinco de la mañana y algunos utilizan su disfraz para hacer patente su reivindicación: nueve jóvenes se han ataviado de "casa" para pedir que les construyan sus viviendas en Moraleja de Enmedio.

La cola que han aguardado esta madrugada les ha servido, de momento, para no perderse cómo introducen en el bombo de mayor tamaño las bolas con los cien mil números que se han puesto a la venta para el sorteo.

Tampoco pierden de vista el bombo más pequeño, con las otras 1.807 bolas que marcan los premios -trece importantes, entre ellos el Gordo, y el resto, 1.794, con las "pedreas"-.

El público sigue con detalle cada uno de los rituales previos al sorteo, y lo hace, como es habitual, sin perder la sonrisa que puede traer esta fábrica de la ilusión, máxime en estos tiempos de crisis, que ha animado a muchos a comprar más lotería de lo habitual.

Y está impaciente por ver a los 35 niños y niñas de San Ildefonso que en unos minutos empezarán a cantar la suerte en este Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid.