España, junto con otros países europeos como Francia, Alemania o Italia, se negó en 1986 a apoyar el bombardeo que perpetró Estados Unidos contra Libia como respuesta a un ataque terrorista contra soldados norteamericanos. Los gobiernos español y francés, incluso, cerraron sus espacios aéreos a los aviones de combate estadounidenses que se dirigían al país norteafricano.

El atentado terrorista en una discoteca de Berlín que a principios de 1986 mató a un soldado y dejó heridas a más de cien personas, y que fue atribuido a los servicios secretos de Muamar Gadafi, hizo que el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, ordenara el ataque contra el poder militar libio.

Sólo el Gobierno británico de Margaret Thatcher respaldó la acción norteamericana por el apoyo de Washington en la Guerra de las Malvinas, por lo que ofreció sus bases militares, incluido Gibraltar. España y Francia cerraron su espacio aéreo al paso de aviones estadounidenses, ya que se opusieron al ataque contra un país soberano.

Por ello, los aviones norteamericanos debían dar un rodeo que les hacía recorrer más de 11.000 kilómetros para llegar a su destino. Sólo uno de los aparatos, un F-111, tuvo que aterrizar de emergencia en la base de Rota (Cádiz) debido a un problema técnico, tras lo cual siguió su camino a Reino Unido.

El ataque de la aviación norteamericana, en el que murieron varios civiles, entre ellos la hija adoptiva de Gadafi, duró casi 15 horas y tuvo como respuesta del régimen libio el atentado al avión de la Pan Am en Lockerbie (Escocia).

YUGOSLAVIA E IRAK

Una de las primeras misiones militares en las que participó España tras su ingreso en la OTAN en 1986 fue en 1994, con numerosas operaciones aéreas en la antigua Yugoslavia. En la llamada Operación Allied Force, las fuerzas españolas se encargaron de iniciar el bombardeo sobre Belgrado con 2 F-18 y un KC-130H, del total de 29 aviones de combate y ocho cisternas que componían el despliegue.

Al final de la operación, el destacamento completó más de 1.100 horas de vuelo y se llevaron a cabo unas 300 salidas en misiones de ataque al suelo, defensa aérea y reabastecimiento en vuelo.

A principios de los noventa, España también participó, con tres buques y unos 460 efectivos, en la primera Guerra del Golfo, mientras que en el conflicto de Irak del año 2003 la participación española fue más amplia con el despliegue de la Brigada Multinacional Plus Ultra con un máximo de 1.300 efectivos que se integró dentro de la División Multinacional Centro-Sur, cuyo mando ostentaba Polonia.

En este conflicto, en el que España estuvo presente entre marzo de 2003 y mayo de 2004, las tropas sufrieron un total de 11 bajas: además de los siete agentes del CNI que murieron tiroteados en una emboscada al sur de Bagdad el 29 de noviembre de 2003, perdieron la vida el capitán de navío Manuel Martín Oar, en un atentado contra la sede de la ONU, el sargento primero José Antonio Bernal, víctima de un atentado en su propio domicilio, y el sargento Luis Puga, que falleció por un disparo accidental.

Aunque no participó en el bombardeo de Kosovo, que no tenía el visto bueno de Naciones Unidas, España sí intervino en la misión que fue autorizada después por el Consejo de Seguridad para dar una solución transitoria al problema kosovar.

En los años que duró la misión, que terminó en 2009, participaron un total de 22.701 militares españoles --de los cuales fallecieron nueve--, siendo la séptima nación en contribución de toda la fuerza internacional en Kosovo, en la que participaron 24 países miembros de la OTAN.

AL MANDO DE TRES MISIONES

Actualmente un español está al mando de tres de las cuatro misiones internacionales en las que participan las Fuerzas Armadas. Se trata de la FINUL en Líbano, la Operación Atalanta en aguas del océano Índico y la misión de entrenamiento de militares somalíes que se desarrolla en Uganda.

Pero la misión más importante en la que participa España por número de efectivos es la de la ISAF en Afganistán, con aproximadamente 1.500 militares y guardias civiles desplegados en las provincias de Herat y Bagdhis, en el oeste del país. A lo largo de los casi diez años de guerra, las tropas españolas han perdido a 90 efectivos y a un intérprete en distintos accidentes o ataques terroristas.