El dueño del bar Faisán, Joseba Elosua, negó ayer que el inspector de la Brigada de Información de Álava, José María Ballesteros, fuera la persona que le entregó el teléfono móvil desde el que se le alertó de una operación policial contra el aparato de extorsión de ETA, el 4 de mayo de 2006, según informado fuentes jurídicas.

"Se lo juro, yo soy católico. Ese no es el hombre que me entregó el teléfono", insistió en reiteradas ocasiones Elosua durante su declaración de hora y media como testigo ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, que investiga el soplo a ETA.

No obstante, algunas de las fuentes consultadas sostienen que aunque no le reconoció, Elosua centró el chivatazo "en sincronía" con el corte del vídeo que grababa el bar Faisán y que coincide con el momento en que Ballesteros se encontraba a la entrada del bar cuando se produjo el soplo, entre las 11.00 y las 11.30 horas del 4 de mayo. Por ello consideran que su relato concuerda con el presentado en su informe de conclusiones por el equipo investigador, que apunta a Ballesteros como autor del soplo.

El dueño del Faisán agregó que en ese momento en el bar sólo había una persona "extraña" que no era habitual del establecimiento, porque "no era de Iparralde ni hablaba francés".

También prestó declaración como testigo su hijo, Joseba Imanol, que admitió que cuando llegó al bar, entre las 12.00 y las 13.00 horas, poco después de haberse producido el chivatazo, su padre le pidió su móvil para llamar a José Antonio Cau Aldanur, miembro del aparato de extorsión de ETA, y alertarle de la operación policial.

No obstante, tras hacer tres llamadas seguidas no lograron contactar con él y su padre decidió entonces irse en coche a la frontera con Francia para llamarle desde una cabina. Sin embargo Elosua negó que su hijo había estado ese día en el bar.