El presidente del Senado, Javier Rojo, se despidió ayer de la Cámara Alta y dedicó sus últimas palabras a reivindicar el valor de la política y a pedir a sus compañeros que sitúen el interés común de los ciudadanos por encima de las diferencias ideológicas.

Rojo, senador socialista desde 1993 y presidente de la Cámara Alta desde 2004, tomó la palabra al concluir el último pleno de la legislatura para dar las gracias a todos los parlamentarios por su dedicación y su comportamiento, aunque no haya olvidado los momentos de tensión vividos y que se ha gritado "un poquito más de lo debido" en algunas ocasiones.

Al concluir su vida parlamentaria, pidió a todos los responsables políticos que sean conscientes de que España es "un gran país" y que es necesario trabajar por él, porque "lo exigen los ciudadanos".

"Pensemos en clave de ciudadanía", reclamó Rojo reconociendo la diversidad territorial y la pluralidad ideológica que refleja el Senado.