La Villa de Bilbao vive consternada desde que se ha conocido la noticia de la muerte de su alcalde, Iñaki Azkuna, dirigente que obtuvo, durante los más de 14 años al frente del Consistorio de la capital vizcaína, el mayor apoyo de los registrados por cualquier otro regidor.

Azkuna logró el respaldo de sus ciudadanos por encima de las siglas y, lejos de perder votos con el ''desgaste'' de la gobernanza, obtuvo, en sus cuartos comicios como candidato del PNV, la mayoría absoluta.

También consiguió hacer realidad el mito de que Bilbao es "la capital del mundo", al serle otorgado, hace dos años, el premio al ''mejor alcalde del mundo'', concedido por la Fundación City Mayors.

El regidor de la villa logró capitalizar la transformación urbanística y social del ''nuevo Bilbao'', moderno, acogedor y cosmopolita, y dio portazo a la imagen de una ciudad gris e industrial, producto de la industrialización y posterior crisis económica.

Amante del Athletic, la música, la ópera, defensor de Miguel de Unamuno y gran conocedor de la historia, conectó con casi todos sus rivales políticos, con la excepción de los de la izquierda abertzale a la que, todavía hace poco, censuró haber apoyado los asesinatos de ETA.

Aunque militante del PNV que respetó la disciplina del partido, no dejó de manifestar sus ideas, algunas divergentes con anteriores dirigentes.

Azkuna ha fallecido un año y medio después de que su esposa, la mexicana Anabella Domínguez, con la que estuvo casado durante 40 años, muriera también como consecuencia de un cáncer.

Nacido en Durango en 1943, Iñaki Azkuna Urreta inició su actividad profesional como médico en el Hospital de Cruces (Barakaldo) del que llegó a ser director, si bien, posteriormente, desempeñó los cargos de viceconsejero y consejero en el Departamento vasco de Sanidad.

En 1999 optó a la Alcaldía de Bilbao, en la que se ha mantenido hasta su fallecimiento. Cuatro años después de llegar al Consistorio, le fue diagnosticado un cáncer de próstata del que llegó a ser tratado en Estados Unidos.

Aunque su dolencia discurrió con altibajos, durante el último año le obligó a abandonar, a veces durante meses, sus labores al frente del Ayuntamiento.

Iñaki Azkuna ha muerto a los 71 años de edad en su casa frente al Museo Guggenheim, que se ha convertido en símbolo de su etapa como gobernante de la villa. Muchísimos vecinos de la capital vizcaína aseguran que ya empiezan a echar de menos del alcalde Azkuna, nacido durangués, pero el más bilbaíno de todos.