Entre mantillas negras y visitas a iglesias, Sevilla bulle desde primera hora del Jueves Santo, el día más largo de su "semana grande" para sevillanos y turistas, que pueden contemplar en sus calles hasta siete procesiones que les llevan en volandas hasta las otras seis que compondrán la Madrugá.

Se conmemora la Última Cena de Jesús, en la que instituyó la Eucaristía y lavó los pies a sus discípulos, antes de ser arrestado y juzgado ante Caifás tras la traición de Judas Iscariote. Por eso durante esta jornada las cofradías hacen estación expresamente ante el monumento eucarístico de la catedral, y por eso las mujeres visten de luto.

Mantillas negras, siempre acompañadas de vestidos del mismo color, con manga larga y por debajo de la rodilla, pueblan las iglesias a las que se acude a visitar los sagrarios y contemplar en sus pasos las imágenes que en las siguientes horas convertirán el centro de Sevilla en una inmensa catedral.

Para todo ello hay que armarse de paciencia. En un día espléndido de sol, las colas para ver la imagen de Jesús del Gran Poder en su basílica rebasan con creces los límites de la plaza de San Lorenzo; en Triana la Capilla de los Marineros se queda pequeña para acoger a los visitantes de su Esperanza, y la estampa se repite en todas las iglesias de las que en las próximas horas partirán los pasos.

A las tres de la tarde es la hermandad de Los Negritos la que inaugura desde su capilla de Los Ángeles el Jueves Santo, para ser seguida por La Exaltación, Las Cigarreras, Montesión, La Quinta Angustia, El Valle y Pasión, que se recoge en El Salvador a la una de la madrugada, cuando La Macarena ya está en la calle y el Gran Poder hace su salida.

Y en medio de nazarenos y penitentes, la tarde del Jueves Santo las calles sevillanas también acogen a la Centuria Romana de La Macarena: los "armaos", la Guardia de Honor del Señor de la Sentencia que acompaña a la Esperanza y que visitan hospitales y otras iglesias antes de cumplir con una tradición centenaria.

Varios de estos "soldados" rendirán pleitesía a Jesús del Gran Poder, después de que nazarenos del "Señor de Sevilla" acudan a la basílica de la Macarena para pedir la venia y entrar en la carrera oficial antes que la Virgen, un derecho que correspondería a esta última hermandad por su antigüedad y que cedió hace más de dos siglos a cambio de que cada año se le pida permiso para hacerlo.

La soltura de los sevillanos para atravesar calles y llegar de un templo a otro contrasta con la imagen de turistas sorprendidos por el bullicio en un día en el que, aún más que otros en esta semana, hay que escrutar planos y horarios para moverse por la ciudad, una misión que puede resultar imposible a poco que uno se despiste.

Pero lejos de arredrar eso a los potenciales visitantes, este año las previsiones pueden quedarse cortas y superar el casi 90 por ciento de ocupación hotelera que se manejaba, gracias entre otras cosas a una meteorología que ha permitido, por primera vez en años, estrenar el Jueves Santo sin que ninguna hermandad haya dejado de hacer su estación de penitencia.