La aplastante victoria de los separatistas flamencos (N-VA) en las elecciones legislativas y regionales celebradas hoy en Bélgica abre interrogantes sobre el futuro gobierno federal y renueva el temor a una nueva crisis política como la vivida tras los comicios de 2010.

El panorama se perfila parecido al de hace cuatro años: los independentistas son el partido más votado en la región de Flandes y los socialistas del PS son mayoría en Valonia y Bruselas.

Dos partidos con visiones antagónicas tanto en materia socio-económica como institucional y que, durante la campaña, no han dejado entrever ninguna posibilidad de acercamiento, aunque tampoco han descartado abiertamente un posible pacto.

La diferencia con respecto a 2010 es que los separatistas han logrado en estas elecciones un importante avance, que los convierte casi en inevitables socios de gobierno, tanto a nivel regional como federal.

El líder del N-VA y alcalde de Amberes, Bart De Wever, ha repetido durante la campaña que su prioridad es estar en la futura coalición federal (de la que ahora no forma parte) y que, para ello, intentará llegar a un acuerdo previamente con los partidos de la región de Flandes.

En un discurso en la sede del N-VA, cuando se dieron a conocer los primeros resultados, De Wever valoró que los flamencos hayan optado "por el cambio", y prometió esforzarse por lograr pronto el apoyo de otros socios para formar una coalición "fuerte y lógica para Flandes".

Las únicas palabras que tuvo en relación con la comunidad francófona se refirieron a la existencia de "un pozo más profundo que nunca entre dos democracias: la flamenca y la francófona".

De Wever aseguró además que su partido "no quiere una larga crisis política", en referencia a los 541 días que el país tardó en formar gobierno tras las anteriores elecciones.

Ninguna formación política ha indicado claramente hasta ahora si está dispuesta a pactar con los independentistas que, aun siendo mayoritarios en Flandes, no cuentan con tanta presencia en el Parlamento federal, donde está por ver si una eventual coalición entre partidos podría dejarlos aparte.

Con el 68 % de los votos escrutados, el N-VA obtiene el 26 % de los votos en el Parlamento federal, un 8,6 % más que en los anteriores comicios, mientras que los socialistas francófonos se quedan en el 6 % de los sufragios, una caída de 7,7 puntos.

Destaca también la caída de los extremistas de derechas del Vlaams Belang, que logran el 4,6 % de los votos, un 3,2 puntos por debajo de los anteriores comicios.

En el Parlamento valón se imponen los socialistas francófonos (29,8 %, 3 puntos por debajo de las últimas elecciones), seguidos de los liberales del MR (27,4 %, 4 puntos más que en 2010).

Por su parte, en el Parlamento de la región de Bruselas ganan el MR (22,6 %, un 3,9% menos que hace cuatro años), seguido de los socialistas (21,1 %, lo que implica una caída del 2,2 %).

Por último, en el Parlamento de Flandes, los separatistas del N-VA arrasan, con un 32,8 %, un 19,7 % más que en las anteriores elecciones, mientras que el segundo puesto lo ocupan los cristianodemócratas el CD&V, que logran un 20,8 % (perdiendo un 2,1 % con respecto a los últimos comicios).

El Ejecutivo federal saliente, dirigido por el socialista Elio Di Rupo, está formado por los socialistas, liberales y democristianos de las dos grandes comunidades del país (flamencos y francófonos).

Di Rupo festejó hoy en un discurso en la sede socialista los "buenos resultados" logrados en Valonia y Bruselas y aseguró que, de confirmarse los porcentajes, los socialistas francófonos, unidos a los flamencos, seguirán siendo la fuerza mayoritaria en el parlamento federal.