Aunque su capacidad idónea, 500 personas, siempre ha estado superada con creces, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla vive su peor momento, con una cifra récord de más de 2.300 acogidos, lo que dificulta la atención y causa largas colas para cumplir simples rutinas como comer o asearse.

Más que un centro, el CETI se ha convertido en un campamento improvisado, donde más de una veintena de tiendas de campaña cedidas por el Ejército son el nuevo hogar de los últimos en llegar tras el salto el pasado miércoles de casi 500 subsaharianos.

Entre ese casi medio millar de personas estaba Astan Traore, una inmigrante camerunesa, la segunda mujer que consigue superar el complicado, pero ahora vulnerable, triple obstáculo que compone la frontera después de que Mirelle, también de Camerún, lo hiciera en febrero. Su hazaña parece todavía mayor, ya que Astan lo hizo embarazada de doce semanas.

Aliviar la saturación del CETI, con traslados a la península, y contener nuevas entradas masivas, con el refuerzo policial y la instalación de la malla antitrepa, son las dos prioridades para normalizar la situación en Melilla, sometida a una extrema presión migratoria.