El Rey ha abdicado en favor del Príncipe de Asturias, una decisión que el Monarca ha justificado en un mensaje a los españoles por la necesidad de que pase "a la primera línea" una "generación más joven", la de su hijo Felipe, quien "encarna la estabilidad" y puede abrir "una nueva etapa de esperanza".

En una inesperada declaración institucional, la abdicación ha sido anunciada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, si bien don Juan Carlos ya había adoptado su decisión en enero.

El jefe del Ejecutivo ha hecho hincapié en la "impagable deuda" de los españoles con el Monarca, al tiempo que ha asegurado haberle visto convencido de que este es el mejor momento para abordar "con normalidad" el cambio en la Jefatura del Estado.

Tres horas más tarde, el propio Rey se ha dirigido a los españoles desde el Palacio de la Zarzuela, a través de un histórico mensaje televisado plagado de referencias a la conveniencia de dar paso a la generación del Príncipe.

"Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana", ha proclamado.

El presidente Rajoy confía en que en un plazo "muy breve" las Cortes puedan proclamar a Felipe VI, y ha convocado para mañana un Consejo de Ministros extraordinario a fin de cumplir con la previsión constitucional que obliga al Parlamento a aprobar una Ley Orgánica "ad hoc" sobre la abdicación, algo que se hará rápidamente.

Don Juan Carlos cree que ahora su hijo podrá "abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación", máxime cuando el actual Príncipe "tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado", según sus palabras.

El escenario escogido como fondo para su declaración no ha sido casual, con una bandera nacional y otra europea a su derecha y dos emblemáticas fotografías a su izquierda, en una junto al Príncipe y su nieta, la infanta Leonor, y en la otra acompañado de su padre, el Conde de Barcelona.

Detrás, un retrato de Felipe V de niño, el primer rey de la dinastía Borbón, y cuyo reinado fue el más largo de la historia de España, 45 años y tres días.

Convencido de que la nueva generación "reclama con justa causa el papel protagonista", el jefe del Estado ha revelado que fue en enero cuando decidió ceder el Trono "a quien se encuentra en inmejorables condiciones", esto es, el Príncipe, para asegurar la "estabilidad", ha remarcado, que es "seña de identidad de la institución monárquica".

En marzo, han indicado fuentes de la Casa del Rey, Don Juan Carlos se lo comunicó al jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, y, unos días más tarde, al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba.

El Rey ha reiterado su compromiso de servicio a los "intereses generales de España", ha recordado la ilusión con la que encabezó la transformación del país y ha mostrado su sentimiento de "orgullo y gratitud" hacia los españoles por todo lo conseguido.

"Me he sentido identificado y comprometido con vuestras aspiraciones, he gozado con vuestros éxitos y he sufrido cuando el dolor o la frustración os ha embargado", ha confesado.

También ha hecho mención a las "serias cicatrices" que ha dejado la crisis y al "balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad", pero siempre mirando hacia un futuro "decididamente mejor".

"Guardo y guardaré siempre a España en lo más hondo de mi corazón", ha concluido el mensaje sobre la abdicación, que ha tenido un enorme impacto en la sociedad, con un permanente eco informativo y en internet, sobre todo en la red social Twitter.

Desde las instituciones se ha reconocido el papel histórico desempeñado por el Rey y su aportación a la democracia que han destacado los principales partidos, si bien formaciones de izquierda como IU, ERC, Equo o el recién nacido Podemos, han aprovechado para exigir un referéndum inmediato en el que los ciudadanos puedan elegir entre monarquía o república.