La Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF) determinó que el descarrilamiento el 24 de julio de 2013 del tren de Santiago, que causó 80 muertos y 147 heridos, se debió a un exceso de velocidad provocado por el maquinista y a su falta de atención al responder a una llamada telefónica.

De acuerdo con el documento, el tren circulaba a 179 kilómetros por hora en la curva de Angrois, limitada a 80. La CIAF señala como causa coadyuvante la falta de atención del maquinista, que, al responder a la llamada de un interventor, no frenó para reducir la velocidad antes de la entrada a la curva.

Las víctimas del accidente del tren se mostraron indignadas con el informe. Algunos de sus portavoces como Jesús Domínguez, aún con secuelas, coincidieron en su queja de que el CIAF, órgano adscrito al Ministerio de Fomento, no es independiente y, por tanto, no parece acertado que se convierta en "juez y parte".