Felipe VI, sucesor de Juan Carlos I, entró ayer en la historia de España, una vez prestado juramento ante las Cortes, con un discurso en el que se presentó como un jefe de Estado dispuesto a escuchar y comprender a su pueblo y comprometido con la renovación de la Monarquía para "un tiempo nuevo". Diputados y senadores, Gobierno, presidentes autonómicos, representantes institucionales, mandos del Ejército, escuchaban en silencio unas palabras que, en sus primeros pasajes, recogieron toda la emoción del momento con agradecimientos a su padre, ausente en la ceremonia, y a su madre, que le lanzó un beso desde la tribuna de honor.

Luego, el nuevo rey expuso su convencimiento de que la Monarquía es útil. "Una Monarquía renovada para un tiempo nuevo", fue una de las de mayor calado, si bien también habló de la necesidad de buscar la cercanía de los ciudadanos, de "velar por la dignidad de la institución" y de "observar una conducta íntegra, honesta y transparente".

Los mensajes dirigidos a los españoles que más están sufriendo la crisis, a las mujeres, o a la clase política, se sucedieeron, ante el respetuoso silencio de parlamentarios e invitados, sólo roto por ovaciones cuando dió las gracias a su padre, a su madre, con la que cruzó muchas miradas de complicidad, al recordar a las víctimas del terrorismo o al ensalzar las lenguas cooficiales.

En un puesto preferente de la tribuna de invitados, el lehendakari, Iñigo Urkullu, y el presidente de la Generalitat, Artur Mas, mantuvieron el gesto serio durante toda la ceremonia, y apenas aplaudieron durante unos instantes al nuevo Monarca.

Aunque desde otro punto de vista más personal, las miradas más emotivas tuvieron como destinatarias a la Reina Letizia y la Princesa de Asturias, a las que por vez primera mencionaba como tales, y a su otra hija, la infanta Sofía.

De igual modo, el presidente del Congreso, Jesús Posada, en cuanto el Monarca había jurado la Constitución, se dirigía solemnemente a diputados y senadores para anunciar la proclamación de elipe VI; los "vivas" al rey y a España sonaban de forma contundente en un hemiciclo completamente abarrotado.

Como los aplausos, largos y emocionantes, acogidos por don elipe en posición firme, tanto a la entrada de los nuevos reyes al hemiciclo como en su despedida, cuando un diputado del PP ha gritado un espontáneo "Viva el rey", repetido por la mayoría de forma inmediata.