Un 70,8 % de los catalanes están a favor de que se convoque la consulta soberanista el próximo 9 de noviembre, mientras que un 22,9 % está en contra y un 6,4 % no sabe o no contesta, según la encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat presentada hoy en Barcelona.

El sondeo, realizado tras el debate de política general celebrado los días 15, 16, y 17 de septiembre en el Parlament de Cataluña, exhibe una "continuidad" en los datos respecto a los del año pasado, donde un 71 % estaba a favor de un referéndum y un 22,4 % en contra, según ha recordado el presidente del CEO, Jordi Argelaguet.

Según la intención directa de voto, los votantes de CiU son los más favorables a la consulta, con un 97,1 % de ellos a favor del 9N y solo un 1,9 % en contra.

Del resto de partidos soberanistas, le siguen ERC, con un 96,8 % a favor y un 2,5 % en contra; ICV-EUiA, con 96,9 % a favor y 3,1 % en contra, y la CUP, con un 95,7 % favorable y un 4,3 % que no sabe o no contesta.

Podemos, que según la encuesta obtendría representación parlamentaria por primera vez en Cataluña, muestra un 67,7 % de votantes a favor, por un 22,6 % en contra; mientras que el PSC exhibe su división interna, con un 41,3 % favorable y una oposición al 9N entre el 56,5 % de sus electores.

Si bien entre el PPC un cien por cien es contrario a la consulta, en Ciutadans hay un 28,6 % que apoya el 9N, aunque el 61,9 % se posiciona de forma contraria.

Ya desde una perspectiva se sentimiento de pertenencia, un 97,7 % de las personas que se sienten sólo catalanas y un 96,5 % que se definen como más catalanas que españoles son favorables a la consulta del 9 de noviembre.

Pero, entre las personas que se sienten tan catalanas como españolas, un 48,8 % estaría a favor, por un 42,7 % que se opondría, mientras que un 22,1 % de los que se sienten más españoles que catalanes y un 19 % de los que se sienten sólo españoles apoyan también la celebración de esa consulta, y un 72,2 % y un 61,9 % se oponen, respectivamente.

Según Argelaguet, estos datos son un "indicador de que el debate no sólo pasa tanto por un tema identitario y no está recluido a este ámbito, sino que para mucha gente es un debate de calidad democrática, de cómo se organiza democráticamente una comunidad política, y no tanto el sentido del voto o la pertenencia".