La decisión del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, de cesar a Tomás Gómez como responsable del PSM ha supuesto un golpe de autoridad para reforzar su liderazgo del partido, aunque también una declaración de guerra con consecuencias arriesgadas a tres meses de los comicios autonómicos y municipales.

El puñetazo en la mesa de Sánchez lo da después de días dando vueltas a la situación de Gómez ante las derivaciones judiciales que puede tener el sobrecoste del tranvía que se construyó en el municipio madrileño de Parla cuando era alcalde y las malas perspectivas electorales.

Sánchez trató de convencer hoy a Gómez de que diera un paso atrás para evitar el ''incendio'', pero la negativa del exlíder del PSM abre una crisis que trasciende lo regional y que va a poner a prueba la estabilidad del secretario general en un año decisivo.

Desde que Sánchez tomó las riendas del partido el pasado mes de julio, con el apoyo, entre otros, de Gómez, ha tenido que convivir con continuos recelos sobre su liderazgo y atosigado por la amenaza de que la presidenta andaluza, Susana Díaz, le desafíe a disputar el mando.

Cuando parecía entablarse una tregua hasta las elecciones andaluzas de marzo y las de mayo, Sánchez ha renegado de su recomendación de evitar el ruido interno y ha tomado su decisión más compleja por las repercusiones que pueda acarrear, máxime ante la respuesta de Gómez de aguantarle el pulso.

"Esto va a ser duro, pero hemos hecho lo acertado", se muestran convencidos desde la dirección federal conscientes de que el cese de Gómez desata una guerra civil con el núcleo duro y buena parte de las bases del PSM.

Gómez ya se retó en duelo con José Luis Rodríguez Zapatero y con Alfredo Pérez Rubalcaba y de ambas disputas salió ileso.

Con Pedro Sánchez, su relación tampoco ha sido fácil, pese a que le respaldó en las primarias y ha evitado cuestionarlo en público.

"Solo veo unidad y un secretario general y unos candidatos que se están dejando la piel", dijo Gómez el pasado 31 de enero en la conferencia autonómica de Valencia después de que el secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, hablara de la "unidad crítica" en torno a Sánchez.

El líder del PSOE tampoco ha escondido su respaldo público a Gómez, la última vez el pasado 9 de diciembre, cuando declaró que contaba con toda su "confianza" y que sería quien liderase "el cambio en Madrid" a partir de mayo.

Sin embargo, en las últimas semanas Sánchez ha hecho acopio de motivos para ordenar el desalojo ''manu militari'' del ''barón'' madrileño, algo de lo que no hay precedentes en Ferraz.

Aunque piensan que no está claro que Gómez vaya a ser imputado por el caso del tranvía de Parla, el que acaben siéndolo diversos miembros del que fue su equipo de gobierno extendería sobre él la responsabilidad política, argumentan fuentes socialistas.

Además de los pleitos internos en Parla y en Leganés, las malas perspectivas electorales han terminado de empujar a Sánchez a decretar una medida drástica y peliaguda. "Es una cirugía ''in extremis'' para evitar el descalabro", admiten en Ferraz.

Conscientes del alcance de la decisión, la ejecutiva federal asegura contar con el beneplácito de los pesos pesados del partido, incluida Susana Díaz, pese a haberse negado hoy a hablar escudándose en que desconoce el asunto. "No tengo la información y no puedo opinar", se ha excusado Díaz.

Pedro Sánchez tampoco prevé grietas entre los miembros del PSM que secundan su golpe en la mesa. Entre ellos, están Pedro Zerolo, presidente del PSM e integrante de la Ejecutiva federal, y el portavoz parlamentario, Antonio Hernando, a quien el cese de Gómez le ha dejado a desmano tras asegurar ayer que no se estaba buscando otro candidato en Madrid.