La magistrada de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Sevilla y anterior titular del juzgado de Instrucción número seis de Sevilla, Mercedes Alaya, ha recogido este jueves el Premio Jurista del Año 2015 y en su discurso ha asegurado que cuando estaba instruyendo algunos de los casos de corrupción más conocidos en Andalucía, como los ERE, ha recibido "muchísimas presiones" y ha acusado a la Junta de Andalucía de "poner todas las trabas del mundo".

En su repaso por los procedimientos de los que se ha encargado y que han recibido una mayor atención mediática, ha criticado a la "Administración autonómica de turno", en este caso la Junta, por no darle "los medios" necesarios para el mejor desempeño de la labor judicial pero ha añadido que, pese a ello, el poder judicial "siempre ha salido a flote".

Tras recoger el galardón que le ha concedido la Asociación de Antiguos Alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, ha llegado a asegurar que a veces "las presiones te cortan la respiración, cuando vienen del lado equivocado, de tu casa", pero que "lo peor de la corrupción viene después", con "las secuelas", aspecto en el que por "prudencia" no ha querido profundizar.

En cualquier caso, Alaya, que ha hablado durante casi media hora ante un centenar de invitados, ha valorado su trabajo como un "camino" que se ha "abierto" y ha previsto que "vivimos tiempos de cambio" pese a que "la política ha invadido la Justicia para evitar que la Justicia se ponga en asuntos de política".

Al hilo de ello, ha dicho que a raíz de los últimos procedimientos con los que muy a su "pesar" ha sido conocida en los medios de comunicación, "muchos ciudadanos" se han acercado a ella para decirle que estaba poniendo en "valor" la Justicia y que "empezaban a creer" en ésta.

"Ha trascendido al pueblo y a muchos compañeros, ya sin miedo a las presiones o a los poderosos, que pueden ser instituciones o personas, que se han atrevido a iniciar procedimientos que antes eran inimaginables", ha añadido.

LECRIM IMPIDE LUCHAS CONTRA LA CORRUPCIÓN

La magistrada ha continuado relatando que en la coexistencia de esos procesos de corrupción los políticos "se vieron en peligro" y ha añadido que "se les llenaba la boca diciendo que había que luchar contra la corrupción" pero que su reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (Lecrim) "manda al abismo la independencia judicial".

"Las reformas han puesto de manifiesto que uno de los mecanismos para luchar contra la corrupción que han creado los políticos es impedirnos a los jueces tratar de combatirla", ha dicho la magistrada, que en ese momento ha cosechado un sonoro aplauso del auditorio.

"Ha sido una lucha importante la que hemos tenido y el poder judicial no se lo merece", ha señalado la juez, que ha criticado que ahora el control de los procedimientos "está en manos de la Fiscalía y del gobierno de turno", el recorte de los plazos o "lo politizados que están los órganos de Gobierno".

No obstante, Alaya ha llamado a sus compañeros de profesión a no caer en la "desesperanza" y ha hecho varias alusiones a la necesidad de "luchar por lo que uno quiere" y por lo que "la sociedad merece", haya o no los medios materiales suficientes.

Como ejemplo ha puesto que ha tenido que convencer al "pequeño equipo" con el que trabajó en los casos más mediáticos de que, pese a que "no les iban a pagar las horas extras", sí iban a impartir Justicia. "No podíamos acabar con la crisis pero sí poco a poco con la corrupción, con el cáncer de la democracia y eso lo había que hacer con interés, poniendo pasión y a tiempo completo", ha expresado.

"ME GUSTABA MANDAR"

A lo largo de su discurso, el primero desde que la magistrada es conocida popularmente, ha tenido espacio para reflexiones más personales y emotivas y también para otras de tinte cómico, que han arrancado las risas del público y no ha ocultado que pensó en ser juez cuando tenía "siete u ocho años" pero sin saber muy bien por qué. "Por su puesto, me gustaba mandar y mucho (*) me encantaba hacerme oír y que se escucharan mis opiniones", ha reconocido.

También ha aseverado que "mentiría" si dijera que le apasionó la carrera de Derecho y, pese a que terminó como "buena estudiante", ha apuntado que "quizás estaba más interesada" en su entonces novio y hoy marido, Jorge Castro García, que en el "basto campo de la Justicia".

La magistrada también ha recordado cómo fue su primer destino, "henchida de teoría que no sabía poner en práctica", lo que le obligaba a diario a "revestirse de autoridad", o cómo al llegar a la Costa del Sol su necesidad de "actuar llegó a cotas de estrellato".

"Era como vivir en una película policíaca, la Costa del Sol era mucho Costa del Sol, los alijos de droga más grandes que haya visto, escondidos en los lugares más recónditos, mafias de todos los colores y nacionalidades, asesinatos una semana sí y otra también", ha rememorado con una buena dosis de humor. TRABAJO ENTRE "BIBERONES Y PAÑALES"

Alaya también ha hablado de su vida más personal y familiar, como la muerte de su hermano y "referente"; de su casa llena de "biberones y pañales" con la maternidad o de cómo cuando su último hijo aún no andaba "llegó el Caso Betis y después, Mercasevilla". La juez ha rememorado una estampa familiar de su hijo "dormido en la alfombra, con el chupete porque quería estar cerca" mientras ella trabajaba. No "pocas sentencias habré puesto yo con la almohada", ha dicho la magistrada.

A lo largo de toda su intervención ha hecho varias emotivas menciones a personas y colectivos a los que ha dedicado este premio, entre otros, su familia; las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, entre los que ha citado a los miembros de la UCO, a los que ha dicho guardar un "intenso cariño"; a Miguel Colmenero, jefe de Medicina Interna del Hospital Virgen Macarena de Sevilla; a "los que trabajan cuando otros dormimos", a sus "más leales colaboradores" y también a las mujeres que, desde cargos de responsabilidad públicos o privados han "luchado" con el "sentido de culpa" por no poder conciliar la vida laboral y familiar. "A mis grandes amigas", ha concluido.

"VALENTÍA" DE LUCHAR CONTRA LA CORRUPCIÓN "CAIGA QUIEN CAIGA"

Después de que Alaya recogiera el galardón, una estatuilla obra de Santiago de Santiago, el profesor del Departamento de Filosofía del Derecho Emilio Suñé Llinas ha sido el encargado de la ''laudatio'' de la magistrada y ha ensalzado que ésta ha dado ejemplo como juez al tener, ante todo, "presente el valor de la Justicia, más allá de las circunstancias" y aún cuando las resoluciones judiciales e instrucciones "afectan a personas con poder, algo que hace difícil para cualquiera poder seguir adelante".

En la misma línea, ha subrayado la "valentía" de la juez, "servidora ejemplar que ha luchado activamente con el arma de la ley contra la corrupción, cualquiera que sea su color y caiga quien caiga". "La corrupción es el cáncer de la democracia, produce efectos devastadores desde el punto de vista material y, lo que es peor, desde el punto de vista moral", ha concluido.