Pablo Iglesias es una de las revelaciones de la política española de los últimos tiempos, un hábil orador desconocido hace dos años que forjó su imagen a golpe de debate en televisión y consiguió cautivar al votante desencantado con el compromiso de "asaltar los cielos" de la política.

Iglesias, profesor universitario de Ciencia Política, es la cara más reconocible de Podemos, el partido de izquierda nacido al calor del movimiento de indignados 15M que en 2011 tomó las calles y las plazas de España para reclamar un modo distinto de hacer política.

Con su inesperado éxito en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, cuando consiguió cinco escaños, Podemos se convirtió en la primera amenaza visible del bipartidismo español, basado en el Partido Popular (en el poder, centroderecha) y el socialista PSOE.

Iglesias (Madrid, 17 de octubre de 1978) siempre se esforzó por huir de la dicotomía izquierda-derecha y bautizó a su formación como el partido de "la gente", aunque militó en movimientos antiglobalización, firmó un tesis sobre la desobediencia civil y le robó a Karl Marx su frase más famosa: "El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto".

Sus detractores le reprochan esta ambigüedad y le acusan de tener lazos con el chavismo, pero lo que nadie puede negar a Iglesias es su extraordinaria soltura en la televisión y las redes sociales, dos escenarios que juegan un papel fundamental de cara a la cita electoral del 20 de diciembre.

El ascenso meteórico de la popularidad de Iglesias comenzó en 2013 en un plató de televisión, donde el ahora candidato a presidente de España desplegó un gran capacidad de oratoria, combinada con un discurso mordaz dirigido a acabar con "la casta" política.

El líder de la formación morada, que reconoce entre sus errores un exceso de arrogancia, ha brindado a las cámaras momentos cargados de espontaneidad como la vez que regaló a Felipe VI - que visitaba el Parlamento Europeo - las primeras cuatro temporadas de "Juego de Tronos" con el objetivo de mostrar al monarca algunas claves "para entender la crisis política en España".

Iglesias, uno de los candidatos más jóvenes a la presidencia, rompió con su llegada el molde del político medio español: renunció al piercing en la ceja, pero mantuvo una imagen marcada por la coleta, vaqueros y camisa, y rara vez cae en la tentación de llevar corbata.

Una vez pasado el "boom" de la novedad, la formación y su líder evidencian un desgaste en las encuestas cada vez más acusado: tras posicionarse como el segundo partido en febrero pasado con el 23,9% de los votos, la popularidad de Podemos -y de su líder- ha caído en picado hasta el 9,1 % de los apoyos y la cuarta posición.

Iglesias asegura que "huele a remontada", pero será el 20D el encargado de confirmar si su tirón se ha desinflado o si, por el contrario, es el nuevo protagonista de un nuevo escenario que acabará con tres décadas de bipartidismo.