Si hay algo de lo que pueden presumir las comunidades autónomas es de su capacidad de llegar a pactos de gobierno, un espejo en el que se pueden mirar los partidos el día en el que acaba la nueva ronda de consultas del Rey con las fuerzas políticas para designar candidato a la Presidencia del Ejecutivo.

Y es que la formalización de acuerdos de gobernabilidad o de investidura está a la orden del día en las comunidades autónomas desde hace años, pero sobre todo desde las elecciones autonómicas de mayo pasado, en las que ningún partido obtuvo mayoría absoluta.

Los pactos para facilitar la formación de gobierno en esas regiones han sido de distinto tipo, y no siempre la lista más votada es la que ha acabado mandando.

Junto a Galicia, donde tiene mayoría absoluta y que tiene comicios este otoño, el PP gobierna en solitario en Madrid, Castilla y León, Murcia y La Rioja tras llegar a un acuerdo con Ciudadanos, lo mismo que el PSOE en Andalucía, en tanto que los socialistas tienen el mando en Extremadura, Castilla-La Mancha o Aragón con el "permiso" de Podemos.

En autonomías como la Comunidad Valenciana y Baleares forman gobierno con partidos nacionalistas y el respaldo desde fuera de Podemos, y en otras como Canarias o Cantabria los socialistas están dentro de gobiernos presididos por regionalistas.

Andalucía, que celebró sus elecciones autonómicas en marzo del año pasado, fue la que más tardó en contar con un ejecutivo -80 días-, y Susana Díaz tuvo que someterse a cuatro votaciones para ser investida presidenta con el apoyo de Ciudadanos.

Fue en plena negociación para la constitución de los ayuntamientos cuando el PSOE y Ciudadanos cerraron un pacto de investidura basado en 72 medidas de transparencia y regeneración democrática, propuestas fiscales y de recuperación económica y social.

Una tónica que se repetiría también después de las elecciones autonómicas de mayo, en las que se examinaron todas las autonomías excepto Andalucía, Cataluña, País Vasco y Galicia.

Así, Ciudadanos puso hasta ochenta condiciones para apoyar la investidura de Cristina Cifuentes, del PP, como presidenta de la Comunidad de Madrid.

El partido de Albert Rivera también respaldó en la primera vuelta a Pedro Antonio Sánchez, del PP, en Murcia, pero con el aviso de que si incumplía sus compromisos en temas importantes no descartaba incluso una moción de censura.

Tuvo además la llave de gobierno en La Rioja, donde con su abstención permitió que fuera elegido en segunda vuelta José Ignacio Ceniceros, del PP, después de que diera un paso atrás el entonces presidente regional, Pedro Sanz, así como en Castilla y León, donde continuó Juan Vicente Herrera, del PP.

En cambio, en Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón es el PSOE el que gobierna tras facilitar las respectivas investiduras los diputados de Podemos, en los tres casos una vez que así lo decidieron las bases a través de consultas telemáticas.

Guillermo Fernández Vara fue investido con los votos de su grupo y de Podemos, y la abstención de PP y Ciudadanos, pero eso no impidió que unos meses después los grupos de la oposición echaran por tierra su proyecto de presupuestos para 2016.

Tampoco tiene presupuestos todavía el socialista Emiliano García Page en Castilla-La Mancha, aunque a Podemos le suena bien "la música" del proyecto presupuestario.

El socialista Javier Lambán fue investido asimismo con el voto a favor de Podemos y de la CHA, y este último partido incluso forma parte del Gobierno regional.

A la tercera fue reelegido el socialista Javier Fernández en Asturias y fue tras un acuerdo de investidura con IU y la abstención de Podemos, que hasta el último momento barajó la posibilidad de forzar un nuevo empate con la candidata del PP para seguir negociando.

En la Comunidad Valenciana gobierna el socialista Ximo Puig gracias a un pacto con Compromís -que entró en el Ejecutivo regional- y el apoyo crítico de Podemos, que le prestó los votos justos como para ser elegido en primera vuelta.

Situación parecida a la que se vive en Baleares, donde los socialistas firmaron un pacto con los econacionalistas de MÉS -que están en el Gobierno- y Podemos, que se quedó fuera, aunque consiguió la presidencia del Parlamento autonómico.

También se gobierna mediante pactos en Navarra, Cantabria y Canarias, mientras que Junts pel Sí en Cataluña tiene un acuerdo con la CUP, y el PNV en el País Vasco va capeando el temporal con unos y con otros.