Un año después del terrible incendio que arrasó cerca de 8.000 hectáreas en la cacereña Sierra de Gata, la comarca, sus pueblos y sus gentes han recuperado prácticamente la normalidad de otros veranos y ello a pesar de que las cicatrices que dejó el fuego en el paisaje son todavía visibles.

Aunque aún queda mucho por hacer, es cierto que en un recorrido por la "zona cero" del incendio, la que forman los términos municipales de Hoyos, Perales del Puerto y Acebo, se puede apreciar a simple vista que la recuperación es más que evidente.

El negro dominante de hace un año ha perdido intensidad en favor del verde, y muchas de las zonas de pinares calcinadas se han convertido en grandes claros tras la tala de los árboles, que esperan, apilados o hechos astillas, en varios puntos su recogida definitiva.

"Tras el trágico incendio, la Sierra de Gata vuelve a reverdecer tras un año duro, de mucho trabajo, esfuerzo y cooperación entre vecinos y administraciones", ha dicho el alcalde de Hoyos, Óscar Antúnez.

En la lista de tareas para el futuro, el primer edil hace hincapié en la necesidad de que todos, vecinos, turismo y responsables políticos, sean "más conscientes de lo que significa enfrentarse a un gran incendio forestal y cómo hay que trabajar antes, durante y después".

El alcalde asegura, sin poder esconder su alivio, que los turistas han vuelto este año a la Sierra de Gata, de tal forma que los pueblos serranos han recuperado el bullicio de estíos pasados.

"Los visitantes nos dicen que están gratamente sorprendidos porque no esperaban que estuviera tan verde. Se vendió una imagen de terror y ahora, gracias a las lluvias y a la limpieza de los montes, la tierra vuelve a estar verde y los turistas han regresado", ha añadido.

Esta visión es corroborada por Jorge, un barcelonés que tiene previsto pasar tres semanas de vacaciones en la Sierra de Gata. Acompañado de su familia, disfruta de una jornada de ocio en la piscina natural de Perales del Puerto, un paraje en el que las llamas "pegaron de lleno".

Reconoce que, aunque todavía se ven un poco las secuelas del fuego, "el terreno ha comenzado a rebrotar" y añade que, pese a que faltan todavía unos años para que vuelva a su estado original, "eso no quita para que esta zona sea fabulosa para pasar unos días y desconectar".

El gerente del chiringuito ubicado en este paraje va más allá y no duda en invitar a todo el mundo a que venga a la Sierra de Gata, "porque todo lo que murmulla la gente sobre la sierra es mentira: esto está verde, perfectamente, y el agua es apta para el baño".

El incendio forestal de la Sierra de Gata quemó un total de 7.832 hectáreas en los términos municipales de Acebo (4.017 hectáreas), Cilleros (390 hectáreas), Gata (105 hectáreas), Hoyos (887 hectáreas), Moraleja (100 hectáreas), Perales del Puerto (1.234 hectáreas), Villamiel (68 hectáreas) y Villasbuenas de Gata (51 hectáreas).

En declaraciones a Efe, el profesor de Biología y Conservación Forestal de la Universidad de Extremadura, Fernando Pulido, ha afirmado que la frecuencia de los grandes incendios es paralela a la despoblación del mundo rural; de ahí la importancia de la implicación social y económica de la población cercana a los montes.

Como asesor externo de las labores de recuperación de la Sierra de Gata, para Pulido la eficacia que ofrecen las grandes extensiones de cultivo o zonas pastadas para impedir la propagación del fuego es mucho mayor que la de las infraestructuras forestales, como los cortafuegos y las pistas forestales.

Defensor de la idea del "mosaico" de terrenos -arboledas, campos de cultivos y áreas de pastos- como herramienta para reducir la continuidad en extensión de las grandes masas de material combustible, Pulido añade otro elemento: el pastoreo.

Los cabreros, por poner un ejemplo, pueden ser unos grandes aliados en la prevención -el ganado se come los rastrojos y la vegetación baja- y detección de incendios.

Hace unos días, tanto Pulido como la consejera de Medio Ambiente, Begoña García, afirmaron que la política forestal extremeña caminará hacia ese paisaje de "mosaico", en el que tendrán cabida los cultivos frutales, el desarrollo de la actividad cabrera y ganadera, y la reducción de la densidad arbórea por hectárea en aquellas zonas de especial peligrosidad por incendios.

La parte humana y solidaria que despertó aquellos días el incendio también ha tenido su recompensa con la concesión esta semana por parte de la Junta de Extremadura de la Medalla de Extremadura al municipio de Moraleja, que se "volcó" en ayudar a los desplazados.