Del agua, la piscina y los helados, como cualquier otro crío, disfrutan los 228 niños y niñas saharauis que después de vivir todo el año en su campamento de refugiados de Tinduf (Argelia) pasan unas semanas en Madrid con familias que aprenden de ellos su sentido de la comunidad y la generosidad.

Se trata del programa "Vacaciones en paz", en marcha desde 1999, ha explicado el presidente de la Federación de la Comunidad de Madrid de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (FEMAS-Sáhara), José Luis Sampedro.

Una iniciativa que busca que los niños puedan acceder a un reconocimiento médico y, además, evitarles durante unas semanas "las condiciones infrahumanas que tienen en los campamentos", en palabras de la secretaria de la asociación, Aurora Martín.

Los campamentos para el pueblo saharaui, donde viven estos niños, están ubicados en el suroeste de Argelia desde hace 40 años.

Estos 228 niños y niñas forman parte de la "tercera o cuarta generación de los saharauis que fueron exiliados de su país y fueron a parar a esta zona de Argelia, que el propio país les prestó", declara Martín, que desde hace 16 años participa en este proyecto.

A Pilar Fernández, madre de acogida de Hussein, de 12 años, le producen "desolación" los campamentos, ya que en ellos "no hay futuro, y para un adulto o para un joven que ya no esté estudiando es muy frustrante".

"Realmente es vivir en un sitio donde no tienes futuro, no hay nada qué hacer", "las condiciones de vida son realmente muy duras", afirma.

Pilar Fernández, Aurora Martín, Cristina Llorente, Alejandro Díaz y María Muñoz tienen en común ser una de las 216 familias de acogida de Madrid.

Pilar tiene a Hussein de 12 años, Aurora a Said, Alejandro y María a Mohamed, y Cristina acoge a Bahaha, todos ellos de 11 años; los tres primeros proceden de la "wilaya" (provincia) de El Aaiún.

Todos ellos explican que hasta unos días antes no saben si va a venir un niño o una niña, algo que para Pilar "desconcierta un poco".

Los pequeños que participan en "Vacaciones en paz", no superan "por norma" los doce años salvo algunas excepciones, y una de las reglas del programa es que cuando llegan a España pasen un chequeo médico, ya que allí no tienen "revisiones constantes para poder detectar nada", comenta Pilar Fernández, "madre" de Hussein, una de esas excepciones mencionadas.

A Hussein, que cumplirá 13 años en breve, en su primera visita a Madrid hace cuatro años se le detectó Hepatitis C crónica -que por ahora no presenta síntomas-; ahora "ha venido para poder seguir con el proceso médico, y es probable que el próximo año venga para que se le pueda poner un tratamiento de cara al futuro", explica Pilar.

Es posible que de no existir este proyecto a Hussein no se le hubiera podido detectar la hepatitis, "con las consecuencias que eso tiene en el futuro" para niños como él, afirma Pilar.

Pese a vivir en un campo de refugiados, a Said, Mohamed, Bahaha y Hussein les llama la atención la "falta de libertad" en España, pues según cuentan las familias de acogida, los niños creen que "no sabemos vivir bien porque estamos muy solos en casa, sin estar con gente y sin estar en la calle", un choque cultural que Mohamed relata a María y Alejandro.

También les llama la atención la piscina, les encanta el agua, los helados, la playa y la Play Station -que paradójicamente puede ser parte de esa falta de libertad-.

Cuando nuestra libertad (o la falta de) y su libertad se unen, ambas partes, adultos y niños, aprenden, y no sólo "un montón de cosas sobre la vida en los campamentos y la historia del Sahara", como señalan María y Alejandro.

"En nuestro caso, (aprendemos) sobre el consumismo, porque parece que todo es poco", y a "saber compartir", destaca Cristina; Pilar apunta como enseñanza el sentimiento de comunidad, porque para los saharauis "la familia es muy importante. No hay tanto individualismo".

"Lo más importante es lo que el niño te da a ti, porque te enseña que hay otra forma de vida diferente, que no tiene la suerte que has tenido tú o han tenido los tuyos", reflexiona Aurora; son muy valientes, "se adaptan perfectamente" y están "orgullosos de sus orígenes", coinciden todas.